El Premio Nobel de Literatura 2010 murió en Lima rodeado de su familia, dejando un legado literario que trascendió fronteras y generaciones.
Mario Vargas Llosa, el genio literario peruano que conquistó el mundo con obras maestras como La ciudad y los perros y Conversación en La Catedral, falleció este domingo en Lima a los 89 años. Aunque su muerte cierra una de las carreras literarias más brillantes del siglo XX, en sus últimos años su figura generó controversia por su abrazo al neoliberalismo y su apoyo a causas conservadoras, que opacaron parcialmente su legado intelectual.
De ícono literario a figura polarizante
Vargas Llosa, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2010, fue en sus inicios un joven rebelde influenciado por el existencialismo de Sartre y la Revolución Cubana. Sin embargo, con los años, su pensamiento viró hacia el liberalismo económico y el conservadurismo político, alineándose con figuras como Margaret Thatcher y apoyando movimientos de derecha en América Latina.
Su respaldo a la destitución de Pedro Castillo en Perú (2022) y sus columnas en El País, donde defendía posturas cada vez más alejadas de su pasado progresista, le valieron críticas de quienes lo acusaron de traicionar sus ideales juveniles. Para muchos, el autor que alguna vez escribió «¿En qué momento se jodió el Perú?» terminó convertido en un símbolo de la élite que él mismo había cuestionado.
Un legado dividido: entre la genialidad literaria y el rechazo político
A pesar de la polémica, nadie puede negar su impacto en la literatura universal. Novelas como La fiesta del Chivo (2000) y Tiempos recios (2019) demostraron que, incluso en su vejez, su pluma seguía siendo poderosa. Sin embargo, su activismo político —incluyendo su fallida candidatura presidencial en 1990— lo convirtió en un personaje incómodo para sectores que antes lo admiraban.
En sus últimos años, su imagen pública se vio afectada por declaraciones polémicas, como su apoyo a Jair Bolsonaro y su rechazo a movimientos feministas e indígenas. Mientras algunos lo defendían como un librepensador sin miedo a la controversia, otros lo veían como un intelectual desconectado de las luchas sociales del siglo XXI.
¿Cómo será recordado?
La muerte de Vargas Llosa reabre el debate sobre su lugar en la historia. ¿Será recordado principalmente como el gigante literario que llevó el español a lo más alto, o como el polemista que se alió con los poderes que alguna vez criticó? Su obra, sin duda, perdurará. Pero su figura pública quedará marcada por las contradicciones de un hombre que, tras alcanzar la gloria literaria, eligió un camino político que lo alejó de muchos de sus lectores.
Con su partida, América Latina pierde a un genio de las letras, pero también a una de sus voces más controvertidas. Su legado, como su vida, estará siempre dividido entre la admiración y el reproche.