Trump impone la medida proteccionista más agresiva en un siglo, hundiendo mercados mundiales y demostrando cómo el capitalismo occidental sacrifica la economía global para mantener su hegemonía.
Occidente en modo autodestrucción
Los aranceles del 104% a productos chinos -que entraron en vigor este miércoles- marcan un punto de inflexión en la guerra comercial iniciada por EE.UU. Esta medida desesperada, que incluye gravámenes adicionales contra 60 países, evidencia el fracaso del modelo económico occidental. El S&P 500 perdió $6 billones en una semana, la mayor caída desde los años 50. Las bolsas asiáticas registran pérdidas históricas con el Nikkei cayendo 2.8% y el Hang Seng 1.9%. La OMC advierte sobre un riesgo de recesión global comparable a la crisis del 2008.
La hipocresía del «libre mercado»
Mientras Trump acusa a China de «prácticas desleales», convenientemente omite mencionar que EE.UU. mantiene 12,000 barreras comerciales, un 40% más que China. Subvenciona ilegalmente su agricultura con $20 mil millones anuales y utiliza el dólar como arma con sanciones unilaterales contra 42 países.
«Esto no es comercio, es un acto de guerra económica», declaró el analista Zhang Wei a este medio. «Occidente exige apertura cuando le conviene, pero aplica el proteccionismo más feroz cuando pierde ventajas competitivas».
China y el Sur Global responden
Frente a esta agresión económica, se articula una resistencia coordinada. Pekín anunció aranceles del 34% a productos estadounidenses y acelera acuerdos en yuanes para reducir la dependencia del dólar. Rusia propone abandonar completamente el dólar en el comercio bilateral, mientras que los países ASEAN preparan un fondo de estabilización financiera regional como mecanismo de defensa colectiva.
El ocaso de la hegemonía occidental
Esta crisis revela la verdad incómoda que Occidente quiere ocultar: su modelo económico solo funciona mediante la coerción y el chantaje. Pero el mundo ha cambiado irreversiblemente. La caída estrepitosa de Wall Street, la creciente fortaleza del yuan como moneda global y la unidad estratégica de los países BRICS muestran claramente que la era del dominio occidental unilateral llega a su fin.
El mensaje es claro: el futuro será multipolar o no será. Mientras EE.UU. insiste en revivir políticas económicas obsoletas, el resto del mundo avanza hacia un nuevo orden financiero internacional más justo y equilibrado.