Por: Liz Cruzate, abogada experta en los derechos de la mujer
En la sociedad actual, es esencial enfrentar y manejar nuestras emociones para mantener relaciones saludables. Como mujeres debemos ser modelos de conducta, practicando la empatía y ayudando a nuestros hijos a gestionar sus sentimientos. La inteligencia emocional es clave para comunicarnos positivamente al identificar, comprender y gestionar emociones propias y ajenas. Aunque no resuelve problemas, reduce el desgaste psicológico y nos ayuda a enfrentar desafíos de manera efectiva.
Una mujer con inteligencia emocional se caracteriza por autoconocimiento, autorregulación, empatía y habilidades sociales. Fomentar estos elementos es crucial para promover el liderazgo y empoderamiento femenino, requiriendo conciencia, liberación de prejuicios, ego y apegos, y reconocimiento de debilidades y fortalezas para crecer y empoderarse.
Me permito compartir una experiencia personal que fue fundamental en mi proceso de empoderamiento. Al relatar mi historia, mi intención no es solo brindar consejos, sino también demostrar que, al igual que muchas de ustedes, he tenido que superar el dolor y los apegos para alcanzar la libertad y el desarrollo personal.
En el contexto de mi experiencia con el divorcio, me vi inmersa en un proceso inesperado y doloroso que inevitablemente trajo consigo conflictos. Sin embargo, lo que me dio fuerza fue la reflexión sobre mis roles como esposa y mujer. Me sumergí en una profunda introspección para identificar mis virtudes, defectos y áreas de mejora. Asimismo, practiqué la empatía al comprender que mi expareja es humano y susceptible a cometer errores, al igual que yo.
En aquel momento, busqué ayuda profesional y consideré la reconciliación, pero prioricé mi amor propio y paz interior. Acepté lo que no podía cambiar, me enfoqué en mi bienestar, retomé actividades pendientes y apoyé a mis hijas durante la ruptura, validando mis emociones y procesos emocionales.
En momentos difíciles como el proceso de divorcio, destaco, la importancia de aplicar la inteligencia emocional. En lugar de victimizarme y llenarme de resentimiento, decidí empoderarme y defender mis derechos y los de mis hijas. Manteniendo la calma, mostrando seguridad y reconociendo mi valía, logré acuerdos beneficiosos. Esta actitud positiva y respetuosa facilitó una conciliación exitosa en términos de pensión alimenticia y custodia.
Es esencial recordar la importancia del perdón en este proceso. Al soltar el resentimiento y priorizar el respeto mutuo, logramos una transición fluida hacia una relación amigable y respetuosa como padres. En lugar de buscar venganza, elegí cerrar ese capítulo con amor propio y compasión. Acepté que la separación de quien creía ser el amor de mi vida marcaba el comienzo de un nuevo capítulo de amistad, crecimiento personal y bienestar emocional.