En otro lenguaje
Por: Jaime Asián Domínguez (*)
Si la pregunta vargasllosiana ¿en qué momento se jodió el Perú? aún sigue siendo un dilema sin resolver a pesar del tiempo transcurrido, con el permiso de Zavalita nosotros queremos lanzar otra interrogante que es parte de la conversación de coyuntura en catedrales y plazas: ¿Desde cuándo los políticos peruanos son tan sinvergüenzas y tienen patente de corso para el descaro?
Luis Alberto Sánchez se volvería a morir frente a los “mochasueldos”, “niños” y cacasenos -salvo contadas excepciones- que tenemos en el Congreso de la República. Y Fernando Belaúnde Terry regresaría decepcionado a su tumba luego de ver que sus sucesores en Palacio de Gobierno no han podido sacar ¡adelante! al Perú y todos están en tremendos líos con la justicia por actos non sanctos.
Dicen que el poder solo se sube a la cabeza cuando encuentra un cerebro vacío y, en nuestro país, la frase halla asidero gracias a una clase política mareada que es capaz de mentirle en la cara a la población. No es gratis, en ese sentido, que universos por encima del 85% estén seguros de que Dina Boluarte ha falseado la verdad en el tema de los Oscorimarolex y que, además, busca entorpecer la investigación.
Hay ensayos y tratados que fundamentan diferencias importantes entre la mentira política y la mentira común (la suya, la mía). Ambas son nocivas, sin embargo, el espectro de la primera resulta más invasivo porque deviene de quienes nos gobiernan, es decir nuestros representantes y eventuales centinelas de los intereses nacionales. No se cayó, se desplomó; no me lo regaló, me lo prestó, son ejemplos que rompen cualquier intento epistémico y dan pie a que cunda el mal ejemplo de manera transversal.
Ya lo hemos dicho aquí: en la primera de bastos, o sea ni bien haya elecciones generales, la mentira política debe recibir una drástica respuesta punitiva por parte de los votantes en las ánforas. Y eso implica cerrarle el paso a los depredadores que tienen en la retina los recursos públicos.
(*) Periodista y Consultor de contenidos
“¿Desde cuándo los políticos peruanos son tan sinvergüenzas y tienen patente de corso para el descaro?”.