Por la Psicóloga Adriana Isabel Gutiérrez Oblitas, Egresada de la Maestría en Problemas de Aprendizaje UNE.
Al llegar enero, es natural que estemos a la expectativa de disfrutar las vacaciones en la playa junto a nuestras familias, pasando momentos agradables los fines de semana. Sin embargo, este verano no ha sido tan favorable para nosotros.
La falta de árboles y la pésima administración de exalcaldes y autoridades nos vienen pasando factura. Según el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú Senamhi, nos enfrentaremos a temperaturas de hasta 35°C, con una sensación térmica que llegará a los 38ºC, un calor insoportable. Nuestro país parece no estar preparado para este desafío de la naturaleza, careciendo de un plan de contingencia para esta ola de calor que nos afecta psicológicamente, dejándonos huérfanos en ese aspecto.
Ahora, no solo debemos preocuparnos por la seguridad en las calles, sino también por posibles descompensaciones. Según la Autoridad del Transporte Urbano de Lima y Callao (ATU), en diciembre hubo 37 casos de descompensaciones en el servicio de transporte Metropolitano, y en enero se registraron 61 casos, incluyendo seis desmayos.
A esto se suma el lamentable fallecimiento del señor Jim Choy Quispe (46) en la región de Ica, cuya muerte se atribuye a una disfunción multiorgánica relacionada con el calor extremo.
Este calor intenso nos hace sentir más vulnerables, ya sea en el colegio, en la oficina, al caminar o incluso al ir al mercado. Recordemos que nuestro cuerpo es sabio y nos avisa cuando estamos en peligro. No olvidar escucharlo, pues es un paso más para conocernos e indagar en nuestros pensamientos y sus efectos en nuestro cuerpo.
No obstante, cuando experimentamos calor extremo, nuestro cuerpo suda intensamente, empezamos a sentir mareos, dolores de cabeza y cansancio. Estos síntomas deben ser detectados a tiempo y se debe buscar apoyo, sin duda alguna, para estabilizarse. No dejemos que la vergüenza nos impida pedir ayuda; incluso gritar un ¡ayuda! puede evitar situaciones desagradables.
El calor afecta también nuestros estados de ánimo, dificulta el descanso nocturno, genera irritabilidad constante, estrés, mal humor, desánimo, ganas de llorar y ansiedad. Con todos estos desafíos lidia nuestra mente y cuerpo.
Es fundamental anotar los pensamientos desagradables y buscar ayuda. Recordemos que no hay persona más importante que nosotros mismos. Busquemos apoyo para regularizar los pensamientos, ya sea en una posta de salud o llamando a alguna entidad que pueda brindar ayuda en esta situación. Además, en este calor, busquemos espacios frescos, hidratémonos y contribuyamos plantando árboles, es fundamental.
Incluso, consideremos una visita al psicólogo, al psiquiatra y/o al psicoterapeuta, pues puede ser altamente recomendable para evaluar hasta qué punto el calor extremo está afectando nuestra salud mental.