Hoy 9 de febrero se cumplieron dos meses de la masacre de Juliaca, un trágico día donde 18 peruanos fueron acribillados, y un policía misteriosamente resultó calcinado junto a su patrullero. Sin embargo, hasta la fecha no hay responsables que estén presos o investigados por estos episodios.
En conmemoración a esta fecha los familiares de los fallecidos volvieron a recordarle al Perú, pero sobre todo al gobierno que les hagan justicia. “No basta con un puñado de billetes para que nuestros hijos descansen en paz” dicen, mientras acuden a la iglesia para conmemorar el segundo mes de sus muertes.
Braym Apaza
Apenas 15 años, cursaba el tercer año de secundaria, según su familia no tenía nada que hacer en las protestas, pero casualmente salió de una cabina de internet ubicada por una de las calles donde se producía el enfrentamiento con el ejército. Un disparo impactó en su cabeza. Lo más triste es que su propio hermano seguía en vivo las noticias por Facebook, y vio que su hermano caía tendido. “Rocío, creo que al Bryam lo han disparado” gritó. Un niño al que le truncaron sus sueños y dejaron un vacío en su hogar.
Bryan estuvo en coma, falleciendo al tercer día. Soñaba con ser policía al igual que su hermano mayor, pero éste último decidió retirarse de esta institución acusándola de la asesina de su hermano pequeño.
Jhamileth Aroquipa
Otra niña, apenas 17 años de edad, multifacética y de buen corazón, integrante del club “Entre Patas” que rescataba perros abandonados, ella junto a su familia fueron de compras cerca del aeropuerto, cuando le impactó una “bala perdida” su madre trató de salvarle la vida, pero no pudo hacer nada. Falleció camino al puesto de salud. Dejó a medio terminar una carrera profesional que seguía en la universidad Aquino de Bolivia.
A dos meses de su muerte, Dominga Hancco, madre de Jhamilet, insiste en que no se ha hecho nada para sancionar a los culpables de este crimen. “Debería haber protestas, pero es prohibido usar armas, porque la población nunca usaría ese armamento. Son indefensos”, dice llorando en tono de canto triste.
Marco Samillán
Como estas son 18 historias de peruanos acribillados, según sus seres queridos, y según organismos de Derechos Humanos, víctimas de ejecuciones extrajudiciales, poque pese a que no tenían nada que ver con las protestas, o lo hacían de manera pacífica fueron baleados, como el médico Marco Antonio Samillán. Su hermano justo, recién asumió la presidencia de la Asociación de Mártires del 9 de enero en Juliaca, y cada que puede aprovechar los pocos medios de comunicación que lo consultan para exigir justicia no sólo entre los que ejecutaron a su hermano, sino para quienes dieron la orden desde las más altas esferas del poder.
Samillán formaba parte de las brigadas de ayuda humanitaria a los heridos, ese 9 de enero no fue a las protestas, pero al enterarse de la gran cantidad de heridos, salió para ayudar en el auxilio de los que caían, y justo cuando auxiliaba a uno de ellos, le dispararon a matar.
No serán los mismos
Aunque no hay cifras oficiales de la cantidad de heridos, se presume que puedan ser más de cien los heridos de consideración, muchos de ellos incluso con el riesgo de quedar parapléjicos o discapacitados, como Hernán Silva de 32 años, él regresaba a su casa luego de una reunión familiares su paso obligado por el aeropuerto se percata que los policías comenzaron a disparar. “me asusté, corrí y me tropecé” cuenta. Lo último que recuerda es haber oído la explosión de un disparo, poco a poco empezó a recobrar la conciencia percatándose que había perdida una de sus manos.“No simplemente me han jodido la mano, me han apuntado lo que es desde la muñeca, tengo una fisura en la pierna derecha y se me ha reventado el tímpano del oído derecho”. Su vida ya no será igual.
Hasta la fecha hay ya varios peruanos con prisión preventiva por participar o encabezar las protestas, pero no hay nadie, ni un solo acusado de las más de 60 muertes a causa de la represión policial y militar.
Puno es la región más castigada por la crisis, en esta región del sur, fallecieron 19 personas el 9 de enero, luego otras tres personas en Carabaya, y este fin de semana 6 soldados se ahogaron cuando intentaban cruzar el río Ilave, tratando de ir a Juli para reforzar los grupos represores de esa zona.