“Creo en que es la actitud la que alimenta el cambio. El no conformarnos, el cuestionarlo todo, el querer conocer, el dudar, en buena cuenta: el pensar.”
“Lo que vemos es lo que hay” (Daniel Kahneman). Y lo que vemos y oímos desde la repetición estridente que proviene de los medios de comunicación pareciera una sentencia que nos deja sin salida. Pareciera digo, ya que abrigo la esperanza de que algunos muchos resistan a esta vulgaridad y nos muestren que estamos hechos para ser mejores, para trabajar por nuestra felicidad y la de los demás, la de los otros. Mirándonos y reconociéndonos en nuestros propósitos, deseos, anhelos y más. Confío en que nuestra capacidad innata de resiliencia nos regrese al camino de la solidaridad, de la decencia, de las buenas formas, de la recompensa bien ganada, de la alegría de vivir, de no olvidarnos de compartir, de respetarnos y de respetar a los demás.
Algunos pronostican que los humanos ya fuimos, que vamos camino al barranco como especie. No comparto esas posturas. Creo firmemente en que está en cada uno de nosotros el demostrar con nuestra actitud que aquellos están equivocados. Basta con que unos pocos señalen el camino para que su ejemplo sea emulado y se convierta en la fuerza que se oponga al asqueroso tsunami que estamos padeciendo ¿Es mucho pedir? ¿Estás hablando dormido Jaime? Quizás resulte quijotesco mi comentario sí, y sin embargo creo firmemente en él, ya que lo practico a diario. Creo en que es la actitud la que alimenta el cambio. El no conformarnos, el cuestionarlo todo, el querer conocer, el dudar, en buena cuenta: el pensar. Pensar primero (ejercicio que hacemos poco), nos ayudará a estar conectados conscientemente con nuestro día, con nuestro mundo y así, vigilantes, podremos trabajar por ese mundo que queremos para nosotros y también para los otros.
“Cuando la casa está terminada entra la muerte”, proverbio turco, que nos invita a estar en movimiento, en actividad productiva constante y renovada ya que de lo contrario la parálisis se instala en nosotros lo que equivale a estar durando y no viviendo. La casa, entonces, somos nosotros y debemos estar siempre en construcción, trabajando por ser cada vez mejores. La vida es una maestría en la que cada día debemos hacer aquello que sabemos y que nos gusta, cada vez mejor y mejor y mejor. Nuestra comunicación, por ejemplo, en la que debemos procurar que sea cada vez más clara, más abierta, más franca para que se nos vea convencidos y seguros de lo que decimos y porqué, para qué y para quién lo decimos: creíbles y queribles siempre.