La peculiar moral del Vaticano

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    En los pasillos de las muchísimas universidades en las que he estado y estudiado siempre supieron decirme que los de la curia romana del Vaticano no tienen moral, es más, pareciera incluso que ahí la manipulan para encorsetar la vida del cristiano. Muy al margen que esto sea una broma académica, es cierto que en casa de herrero siempre los cuchillos son de palo; bueno, pues, en el Vaticano no sería la excepción. Veamos.

    Desde muy joven, cuando conocí la moral católica en la catequesis del sacramento de la Confirmación, y luego durante los estudios en teología, sobre todo, en teología moral, me enteré de que los preservativos eran excluidos, negados y rechazados por la prédica de los miembros del catolicismo jerárquico. De hecho, el mismo Pablo VI cierra esta polémica con su famosa encíclica Humanae Vitae en 1968, de la cual citaré una frase para ejemplificar lo que sostengo: «Podría también temerse que el hombre, habituándose al uso de las prácticas anticonceptivas, acabase por perder el respeto a la mujer y, sin preocuparse más de su equilibrio físico y psicológico, llegase a considerarla como simple instrumento de goce egoísta y no como a compañera, respetada y amada».

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