En un evento trascendental que unió la fe y la historia, la majestuosa Catedral de Lima fue escenario de una emotiva misa para conmemorar los 376 años de la segunda aparición del Divino Niño del Milagro en la Hostia Consagrada, un acontecimiento milagroso ocurrido en Eten, Lambayeque. La celebración, de gran impacto espiritual, fue presidida por los
cardenales peruanos Carlos Castillo Mattasoglio,
Pedro Barreto Jimeno y monseñor Jordi Bertomeu Farnós, enviado especial de la Santa Sede.
El oficio fue promovido por el grupo Milagro Eucarístico Perú 1649 de Ciudad Eten, que trabaja incansablemente para mantener viva la devoción y el conocimiento de este prodigio. Junto al altar estuvo la imagen cuya devoción promueve la asociación cívica y cultural Divino Niño del Milagro del Callao.
El cardenal Castillo saludó al Grupo Milagro Eucarístico de Eten en la persona de su coordinadora, Jesús León Ángeles. “Como venimos ahora de Chiclayo, estamos mucho más entonados con la fuerza y la esperanza de ese pueblo tan lindo. Estamos muy agradecidos a todos ustedes por haber venido y desde aquí también agradecemos la acogida que hemos tenido anoche en Chiclayo”.

La acogida del Señor
Durante la homilía, el cardenal Carlos Castillo conmovió a los fieles al resaltar la importancia de la acogida, una virtud fundamental que, según sus palabras, “mantenía como una de las características del pueblo hebreo”. Hizo un paralelo entre la visita de Abraham a los tres personajes misteriosos, interpretados como un anuncio de la Santísima Trinidad, y la aparición del Divino Niño en la hostia de Eten. «Dios nos visita», afirmó el cardenal Castillo, destacando que la devoción que ha surgido en Chiclayo a raíz de este milagro es un testimonio de la capacidad del pueblo para acoger lo divino. “La aparición del Niño de Eten en la hostia significa eso, una visita que nosotros hemos acogido y por la que ustedes han desarrollado toda una devoción que ha marcado a Eten en Chiclayo. Así, ustedes han tenido esa capacidad de acogernos», remarcó, añadiendo que ese corazón para acoger es fundamental. Nos dice mucho del ser humano”. Más adelante añadió que esto nos hace ver que todos los seres humanos podemos encontrar el camino cuando escuchamos.Enfatizó, así, la necesidad de conversar con el Señor y con nuestros hermanos, promoviendo un diálogo que contrarreste las imposiciones y arrogancias del mundo actual.
El cardenal Castillo citó al Papa León XIV, quien ha proclamado este tiempo como «la revolución del amor» y «el tiempo del amor», un diálogo con Jesús y con los hermanos para la reparación de la humanidad.
El milagro de todos los días
Por su parte, el cardenal Pedro Barreto recordó haber estado dos veces en Ciudad Eten, con la anuencia del obispo de Chiclayo en ese tiempo, monseñor Robert Prevost, ahora el papa León XIV.
“Hablar del milagro eucarístico del Niño en Ciudad Eten, nos dice que este milagro se da todos los días, porque se actualiza el misterio pascual de Jesús, su muerte y resurrección. Por eso, de alguna manera la Diócesis de Chiclayo, la Iglesia Católica en el Perú, está presente en Roma, con ese milagro también, que todos estamos gozando, de la continuidad del papa Francisco en el proceso de renovación de nuestra iglesia católica. Y esto es un hecho fundamental, porque sabemos que el papa León XIV era un estrecho colaborador del papa Francisco y es el Espíritu Santo y los cardenales que eligieron en el cónclave el 8 de mayo pasado como el 268 sucesor del apóstol Pedro, nos han regalado también a toda la iglesia en el Perú y de manera especial a la Diócesis de Chiclayo».
Los cardenales peruanos no dejaron de reconocer y agradecer la labor del Papa León XIV, a quien atribuyeron la visibilización y el fomento del amor a la Eucaristía a través de este milagro.
La presencia de monseñor Jordi Bertomeu Farnós en la Catedral de Lima, antes de su participación en el I Seminario Arquidiocesano de Prevención 2025 en Hermosillo, subraya la relevancia global de este evento y la continua labor de la Iglesia en la escucha y el cuidado de sus fieles. Su experiencia, como sacerdote y canonista encargado de casos de abuso a nivel mundial, enviado personalmente por el Papa Francisco, aporta una perspectiva crucial a la misión de construir una Iglesia que verdaderamente escucha, cuida y actúa.
Este histórico encuentro en la Catedral de Lima no solo celebró un milagro de fe que perdura a través de los siglos, sino que también reafirmó el compromiso de la Iglesia peruana con los valores de acogida, diálogo y amor, pilares esenciales para una Iglesia viva y en constante transformación.
Tras la bendición final en la Catedral de Lima, el cardenal Castillo pidió dar tres hurras por el Niño del Milagro de Eten aparecido en la hostia consagrada; a lo que los centenares de fieles que abarrotaban la nave respondieron con aplausos.
