Autoridades y nutricionistas alertan que estos aditivos pueden causar desde alergias hasta cáncer. Exigen prohibición y etiquetas claras.
Los colorantes artificiales presentes en alimentos, bebidas y medicamentos están en la mira de especialistas y organismos de salud por sus efectos nocivos. Diversos estudios y alertas internacionales confirman que estos aditivos pueden causar hiperactividad, alergias severas, alteraciones metabólicas e incluso cáncer. En Perú, expertos como ASPEC y el Colegio de Nutricionistas exigen medidas urgentes ante una industria que sigue priorizando la apariencia de sus productos por encima de la salud pública.
¿Qué son los colorantes artificiales?
Los colorantes artificiales son aditivos sintéticos que se agregan a los productos para hacerlos más visualmente atractivos, principalmente en alimentos dirigidos a niños y adolescentes. Se producen químicamente a partir de derivados del petróleo, y su uso está ampliamente extendido en la industria de alimentos ultraprocesados.
Aunque pueden parecer inofensivos, estos aditivos están diseñados para estimular los sentidos y generar placer inmediato, fomentando el consumo repetido y compulsivo. El problema es que esta exposición continua tiene consecuencias acumulativas en el organismo, sobre todo en infancias que todavía están en desarrollo físico y neurológico.
Efectos comprobados por la ciencia: no son inocuos
Según investigaciones de la FDA y otros institutos de salud pública:
- El colorante rojo No. 40, común en bebidas y golosinas, altera el microbioma intestinal, afectando el sistema inmunológico.
- El amarillo tartrazina (E102), presente en salsas, snacks y cereales, se ha relacionado con hiperactividad, déficit de atención y ansiedad en niños.
- El rojo No. 3 (eritrosina) ha demostrado propiedades carcinogénicas en estudios con animales.
Además, se han documentado reacciones alérgicas como urticaria, rinitis, asma, dolores de cabeza, problemas digestivos y alteraciones hormonales.
¿Dónde están presentes?
Estos colorantes están en productos de alto consumo infantil, como:
- Golosinas, gomitas, gelatinas y caramelos.
- Refrescos, néctares y jugos artificiales.
- Productos horneados industriales como queques, cupcakes y pasteles.
- Salsas de tomate, mostazas, snacks saborizados.
- Medicamentos pediátricos (jarabes, suspensiones, cápsulas).
Incluso productos vendidos a granel en mercados informales carecen de etiquetado, lo que agrava el riesgo al consumidor.
Alerta en Perú: voces desde la salud pública
La decana del Colegio de Nutricionistas de Lima, Jessica Huamán, hizo un llamado urgente a los padres de familia a revisar los ingredientes de los productos que compran para fiestas infantiles. “Estos productos se dirigen directamente a niños y niñas, pero no advierten el riesgo que implican estos colorantes. No es ético ni responsable permitir que sigan circulando sin regulación”, afirmó en entrevista con Canal N.
La organización ASPEC también se pronunció: “El Ministerio de Salud no puede limitarse a advertencias. Se necesita una prohibición efectiva de estos productos o, en su defecto, un etiquetado claro, obligatorio y visible que advierta los efectos nocivos”.
Una problemática que va más allá de la nutrición
Este no es solo un problema alimentario: es estructural. La continua exposición de la población a estos productos refleja un sistema económico que promueve el consumo irreflexivo, sin educación alimentaria ni control estatal. Además:
- Las corporaciones multinacionales adaptan su oferta según laxa o estricta sea la legislación local.
- Muchos países del norte global ya han prohibido o restringido varios de estos colorantes, mientras que en países como Perú, Ecuador o Bolivia su uso continúa sin mayores trabas.
- El nivel educativo y socioeconómico bajo de amplios sectores de la población facilita el consumo de estos productos dañinos, disfrazados de “diversión” y “sabores infantiles”.
¿Qué está haciendo el Estado?
Actualmente, el Ministerio de Salud solo ha emitido comunicados informativos. No existen políticas nacionales para prohibir los colorantes artificiales ni campañas de educación alimentaria masivas.
El Congreso, por su parte, no ha debatido ningún proyecto de ley relacionado, lo que refleja una pasividad institucional frente a un problema que afecta directamente a la salud infantil.
¿Qué se debe hacer con urgencia?
Especialistas, nutricionistas y organizaciones civiles coinciden en las siguientes demandas:
- Prohibir los colorantes artificiales más peligrosos, empezando por el rojo 40, rojo 3 y amarillo tartrazina.
- Exigir etiquetado frontal obligatorio, incluso en productos vendidos a granel.
- Desarrollar campañas educativas en escuelas y medios para que las familias identifiquen y eviten estos aditivos.
- Regular la publicidad de productos dañinos dirigida a menores de edad.
- Impulsar una reforma del modelo alimentario, con apoyo a la industria nacional para la producción de alimentos saludables y sin aditivos químicos.
Conclusión: ¿Salud o ganancias?
La evidencia científica es clara. Los colorantes artificiales no solo son innecesarios: son peligrosos. Su uso extendido refleja un modelo de consumo irresponsable y una falta de protección estatal a los sectores más vulnerables: la niñez y la adolescencia.
La salud debe estar por encima del marketing. Es hora de que el Estado actúe, antes de que los efectos sean irreversibles.