Depresión adolescente afecta rendimiento, aumenta ideación suicida y exige intervención urgente en salud mental escolar y comunitaria.
La depresión adolescente se manifiesta hoy con mayor intensidad entre los jóvenes peruanos, reflejada en síntomas como irritabilidad, aislamiento, pérdida de interés y comportamientos autolesivos; el 3 % de quienes tienen entre 15 y 19 años la sufre, y más del 30 % considera el suicidio como salida, lo que exige una respuesta integral desde la salud pública.
Aumento sostenido de casos
Durante los últimos años, los casos de depresión en adolescentes han aumentado significativamente. Estudios como el de Twenge et al. (2019) ya alertaban sobre esta tendencia, agravada por la pandemia del 2020. La Organización Mundial de la Salud señala que el 3 % de los jóvenes entre 15 y 19 años padece depresión clínica.
En Perú, el Ministerio de Salud reveló que más del 30 % de adolescentes de entre 12 y 17 años considera que el suicidio puede ser una salida a sus problemas. “La principal causa del suicidio en esta etapa son los problemas familiares como los conflictos continuos entre los padres, el tener una familia ausente en presencia física”, explicó Yuri Cutipé, director de Salud Mental del Minsa.
Síntomas invisibilizados
A diferencia de los adultos, los adolescentes no siempre expresan tristeza. Muchos presentan irritabilidad, rabia o ansiedad. También es común que se aíslen, disminuyan su rendimiento escolar, tengan pensamientos negativos sobre sí mismos o se autolesionen. Estas señales suelen confundirse con “problemas típicos” de la adolescencia y no reciben atención oportuna.
Estudios como el de Reinecke et al. (1998) destacan que la depresión adolescente es más reactiva a estresores ambientales como conflictos familiares o dificultades escolares. Además, en la adolescencia los pensamientos depresivos suelen centrarse en la aceptación social y la identidad, no necesariamente en sentimientos de fracaso, como ocurre en adultos.
Ideación suicida y contexto nacional
Las estadísticas del primer trimestre de 2025 evidencian la gravedad del problema: 253 personas se suicidaron entre enero y abril. La mayoría tenía entre 15 y 34 años. Además, la Línea 113 del Minsa atendió más de mil llamadas relacionadas con ideación o intentos suicidas; casi la mitad provenían de jóvenes entre 18 y 29 años.
En los últimos meses, se reportaron suicidios de estudiantes en universidades como la César Vallejo (UCV) y la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), lo que reabre el debate sobre la precariedad de los servicios de salud mental en el sistema educativo. La falta de psicólogos permanentes, el enfoque asistencialista limitado y la presión académica son factores de riesgo que siguen sin atenderse.
Tratamientos disponibles y desafíos
El tratamiento de la depresión adolescente requiere un enfoque integral. La psicoterapia cognitivo-conductual (TCC) y la terapia interpersonal (TIP) han demostrado ser eficaces, según más de 500 estudios analizados por Weisz y Jensen (2001). También se han probado terapias como la resolución de problemas, la terapia psicodinámica y la terapia de juego, con resultados variables pero prometedores.
Sin embargo, la eficacia en contextos clínicos reales es menor que en los ensayos controlados. Por eso, McCarty y Weisz recomiendan tratamientos personalizados que integren psicoterapia, farmacoterapia, ejercicio físico y técnicas de mindfulness.
Respuesta institucional insuficiente
Actualmente, el Ministerio de Salud cuenta con 288 Centros de Salud Mental Comunitarios y 52 unidades de hospitalización en salud mental. Estos centros ofrecen atención especializada con psiquiatras y psicólogos, y brindan seguimiento a través del trabajo con las familias. También se puede llamar a la Línea 113 Salud para recibir atención inmediata.
Yuri Cutipé enfatizó que las muertes por suicidio son evitables y que las conductas suicidas siempre son un llamado desesperado de ayuda. Señaló que para brindar primeros auxilios psicológicos se deben seguir tres pasos: observar, escuchar y conectar. “Se debe poner atención con respeto demostrando real interés a lo que la persona nos intenta decir”, remarcó.
Urgencia en el entorno escolar
La comunidad educativa cumple un rol clave en la prevención. Los centros escolares deben contar con personal de salud mental capacitado, reforzar el acompañamiento emocional y ofrecer espacios donde los estudiantes puedan expresar lo que viven sin ser estigmatizados y criminalizados. En un país donde ser joven es cada vez más difícil, responder a tiempo no puede seguir siendo una excepción.