EN OTRO LENGUAJE
Consultor de contenidos y analista político – @jaimeasian
JAIME ASIÁN DOMÍNGUEZ

Ahora resulta que Nayib Bukele es nuestra salvación para poner en vereda -en este caso en el temido Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) de El Salvador- a los reos peruanos de más alta peligrosidad, léase ‘Mamera’, ‘Caracol’, etc. Si finalmente el gobierno de Dina Boluarte da este paso, de manera explícita estaría aceptando que el sistema penitenciario, con el INPE a la cabeza, es una reverenda nulidad, pero también tendría que hacerse cargo de la suerte que corran los presos en la megacárcel de Tecoluca, donde, para empezar, los derechos humanos están pintados en la pared.
Muchos dirán “pero esos asesinos ya no tienen remedio y los penales nacionales son una coladera porque, desde allí, se planean las extorsiones y los homicidios por encargo”. Todo lo que quieran, empero, la exigencia tendría que ir, precisamente, por el lado del Ejecutivo, que no ha sido capaz de asumir una cruda realidad que nos indica que la criminalidad se ha desbordado y que, además de una política transversal contra el baño de sangre que vivimos a diario, urge la construcción de presidios donde los delincuentes sientan que no fueron llevados a un pícnic.
Esta situación nos recuerda a cuando Ricardo Gareca necesitaba un killer para la Selección ante la defección de los delanteros que tenía, y se fue a buscarlo hasta Italia. Gianluca Lapadula, ciertamente, nos ayudó con algunos goles en la Eliminatoria pasada, sin embargo, ahora que está con la mecha apagada, no sabemos qué hacer. Guerrero ya quema sus últimos cartuchos y no aparece su reemplazante porque no hemos construido la infraestructura deportiva ni la línea de base para la búsqueda de nuevos atacantes. O sea, nos faltan goles y también adolecemos de penales de máxima seguridad.
Volviendo a Nayib Bukele, en verdad sería funesto que la presidenta Boluarte le envíe sentenciados solo por un mero afán populista. Sabe que la población demanda medidas drásticas contra la delincuencia y que aplaudiría ver partir, por ejemplo, al ‘Monstruo’, encadenado de pies a cabeza, rumbo a San Salvador. Recordemos que la mandataria ya intentó réditos al manifestar que está “pensando seriamente en la pena de muerte”, otra frase que suena cada vez más en la boca de una ciudadanía hastiada de tantas muertes a diestra y siniestra. Pero así no juega Perú.
“Urge la construcción de presidios donde los delincuentes sientan que no fueron llevados a un pícnic…”.