“Nunca debemos tener miedo a empezar de cero”, reflexiona Amador Rivera Rojas, un usuario del programa Pensión 65 del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), mientras ofrece pintorescos bolsos, coloridas chompas y llamativas chalinas en una feria que organizó la Municipalidad de Carabayllo, donde los adultos mayores, además de exhibir sus habilidades, recibieron lentes para ver de cerca.
“Aprendí este oficio cuando era joven y mi mamá me enseñó a tejer. Empecé con bordados, luego tomé los crochés y aprendí. Me costó, pero agarré el ritmo necesario. Y así me quedé con ese gran legado familiar”, manifestó el hombre que ahora supera las siete décadas.
Amador guardó esos conocimientos y continuó su vida hasta que años más tarde, su esposa cayó enferma y para estar cerca y poder atenderla, como su corazón y su mente le dictaban, inició un emprendimiento a base de sus conocimientos ancestrales, contando con la subvención que le entrega el Estado, a través del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social y su programa Pensión 65.

“Mi esposa tuvo una enfermedad y me dediqué a este oficio por años. El proceso de las bolsitas de celulares, por ejemplo, es tener los forros ya cortados, luego iniciamos el tejido en general. También hago chompas, chalinas, gorros, con croché y a telar. Hago todo eso como parte de la cultura de mi familia, que es de Cerro de Pasco”, agregó.
Rivera, quien vive en el asentamiento humano San Benito, ubicado en la zona Las Lomas de Carabayllo, en Lima, se posiciona en el mercado de su localidad para vender sus productos con mucho entusiasmo, porque para él, “la edad no puede frenar a nadie”.
“Los adultos mayores deberíamos estar ocupados, tener la mente en algo, porque si estamos en casa sin hacer nada, vamos a envejecer mentalmente. Hay que seguir siendo independientes, y que los jóvenes y la familia nos traten bien. Tienen que respetarnos, valorarnos por el tiempo que dimos cuando los que ahora son grandes, antes estaban pequeños”, concluyó Rivera Rojas.