El ex mandatario uruguayo falleció a los 89 años, enfermo de cáncer. Luchó contra el sistema político, estuvo preso 14 años pero se adaptó a las reglas del sistema democrático y se convirtió en su figura más popular.
El actual presidente de Uruguay, Yamandú Orsi, reportó a través de su cuenta de Twitter (antes X), el fallecimiento de José Mujica, exmandatario del país.
El actual presidente de Uruguay, Yamandú Orsi, reportó a través de su cuenta de Twitter (antes X), el fallecimiento de José Mujica, exmandatario del país.“Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo”, expresó a través de sus redes sociales.
José Alberto Mujica Cordano, ese era su nombre completo, había nacido en 1935 en el barrio Paso de la Arena, en la periferia rural de Montevideo. Su madre era horticultora y su padre un pequeño estanciero que murió pobre en 1940, cuando Mujica tenía seis años. A los 14 años, el joven ya exigía en las calles reivindicaciones salariales para los obreros de su barrio. En 1964, se sumó a la guerrilla del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Estuvo preso cuatro veces y participó de dos escapes, uno de ellos legendario, en septiembre 1971, cuando 106 guerrilleros huyeron de la cárcel de Punta Carretas, en Montevideo, por un largo túnel cavado durante meses. Fue recapturado y en 1972 se convirtió en uno de los “nueve rehenes” del régimen militar: los cabecillas tupamaros presos serían ejecutados en prisión si su organización volvía a las armas.
“Hasta acá llegué”, dijo, y pidió que lo dejaran tranquilo
“Hasta acá llegué”, había dicho a principios de enero. Pero no le fue tan fácil dejarnos huérfanos. Tampoco hace 50 años, cuando recibió seis balazos. Ni durante los 10 años en que estuvo confinado por los militares en un pozo de poco más de un metro cuadrado. La primera vez, recibió 12 litros de sangre y se salvó
. La segunda, domesticó ranas y alimentó ratones para no volverse loco. Emergió del agujero más sabio, solía contar, y volvió a lo suyo: la política. En 1994, fue electo diputado por Montevideo; en 1999, senador; en 2010, presidente de Uruguay con casi el 55% de los votos. Pepe Mujica fascinó al mundo como un oráculo de la austeridad y la sencillez, una rara avis que al final de sus días lanzaba advertencias con pesimismo, pero sin perder la fe en el hombre.
“Yo me dediqué a cambiar el mundo y no cambié un carajo, pero estuve entretenido y le di un sentido a mi vida. Moriré feliz. Gasté soñando, peleando, luchando. Me cagaron a palos y todo lo demás. No importa, no tengo cuentas para cobrar”, le dijo a EL PAÍS en octubre, “deshecho” como estaba por las sesiones de radioterapia que recibía como tratamiento contra el cáncer.
Mujica respondía que había decidido “no cobrar” la deuda que tenían con él sus carceleros. “En la vida hay heridas que no tienen cura y hay que aprender a seguir viviendo. Yo sé que hay gente que no me va a acompañar, pero opto por una posición más inteligente y menos sentimental. Por eso no usé el poder para condenar a los milicos [militares]. Si voy a cobrar las que tengo para cobrar… Dios me libre”, le dijo a EL PAÍS. De todas formas, Mujica siempre vio aquellos años como los que más “moldearon” su manera de pensar. “La necesidad de existir lo lleva a uno a pensar y repensar y hacerse preguntas que en la vida cotidiana difícilmente se hagan”, solía decir.