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El estado de emergencia: Una medida vacía frente a la inseguridad

2010
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Por: Luis Ernesto Flores Reátegui, abogado constitucionalista

La inseguridad en el Perú ha alcanzado niveles alarmantes. El sicariato, la extorsión y la delincuencia organizada han tomado el control de varias regiones, y la población vive con miedo constante. Esta realidad llevó a los transportistas en Lima a paralizar sus actividades, hartos de las amenazas y extorsiones diarias que ponen en riesgo sus vidas y sus negocios. Es evidente que los peruanos de bien están atrapados en una espiral de violencia que el Estado no ha logrado controlar.
El gobierno de izquierda de Dina Boluarte ha demostrado una incapacidad alarmante para enfrentar esta crisis. Su respuesta, declarar el Estado de emergencia, parece más un gesto simbólico que una medida efectiva. Sin un plan de seguridad sólido, esta decisión solo terminará perjudicando a los emprendedores y ciudadanos que ya sufren bajo la presión de la inseguridad. En lugar de fortalecer las instituciones y ofrecer una estrategia clara, se opta por medidas que generan más incertidumbre.
La falta de liderazgo en momentos críticos es preocupante. En plena ola de asesinatos y violencia, la presidente Boluarte ha estado ausente, según rumores, debido a una cirugía estética. Mientras el país se desangra, su voz no ha sido escuchada, delegando sus funciones a un «vocero presencial», figura no reconocida por la Constitución. Es el presidente del Consejo de Ministros quien debe actuar como vocero autorizado, no un representante sin respaldo constitucional.
Esta falta de acción y responsabilidad del gobierno de izquierda de Boluarte está destruyendo el país. Cada día que pasa sin soluciones concretas, la delincuencia gana terreno y los ciudadanos pierden la esperanza en la política y en sus instituciones. No se puede enfrentar una crisis de esta magnitud con improvisaciones y ausencias injustificadas.
El Perú necesita un gobierno que actúe con firmeza y transparencia, que priorice la seguridad de sus ciudadanos y restablezca el orden. Los peruanos no merecen vivir con miedo ni ver cómo el Estado se desmorona ante sus ojos.