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Andrés Hurtado y “Chibolín”

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Por: Jaime Asián Domínguez (*)

La señora había sido contratada por la concesionaria para que atienda el pequeño kiosco del diario. Todos los días surcaba la ruta Villa El Salvador-La Victoria para cumplir con su sacrificado trabajo. En casa, que en verdad casi era una choza, quedaban sus pequeños hijos a la espera del pan salvador y protegiéndose como sea del frío o del sol asesinos que se filtraban por el techo de cartón y plástico. Para colmo de males, la deflagración por fuga de gas de un camión cisterna, el 23 de enero de 2020, había hecho su parte.
-“Señor Jaime, buenos días, qué le sirvo”- era su respetuoso saludo diario y en ese feedback continuo de cliente-señora del kiosco pude enterarme poco a poco de sus vicisitudes de vida, que eran inmensas frente al precario sueldo que le pagaba su contratante, una “jefa” a la que, por cierto, nunca le vi la cara. De manera que la noticia estaba ahí, humeante, al alcance de la sensibilidad, ese insumo inherente a cualquier periodista que se jacte de bien formado. Y la vida le tenía preparada una sorpresa a la señora del kiosco.
Cierto día, Andrés Hurtado fue invitado para una entrevista en vivo por las plataformas digitales y me tocó recibirlo, como la estrella mediática que es. En el ínterin, mientras se acomodaban los micros, conversábamos del intenso trabajo social que hacía en su programa y se me ocurrió tocarle el tema de la señora del kiosco. -Jaime, déjalo en mis manos, culminamos la entrevista y la visitamos-. Dicho y hecho. La abordó en plena vorágine culinaria, se enteró de su caso, llamó a su asistente de producción y listo el pollo.
A la semana siguiente la señora del kiosco estaba bien sentada en el programa sabatino de Andrés Hurtado, mientras se pasaba el informe periodístico de cómo una casa prefabricada suplía la de cartones, plásticos y maderas, sus niños ya tenían camarotes y frazadas para dormir tranquilos, una refrigeradora la ayudaría a preservar los alimentos, etc. Y con ese Andrés Hurtado nos quedamos. El que actúa de buena fe. El que asiste al necesitado a cambio de nada. De “Chibolín” y sus supuestos delitos de tráfico de influencias y lavado de activos que se encargue la justicia.

(*) Analista político y consultor de contenidos


“De ‘Chibolín’ y sus supuestos delitos de tráfico de influencias y lavado de activos que se encargue la justicia”.