Nacieron destinados para servir y con amor preservar la vida de los otros y no cambiarían su trabajo por ningún otro oficio. Conozca la historia de tres “ángeles”, entre ellos uno que asistió a la recordada niña “Romina”.
Visten de blanco de la cabeza a los pies y muchos los llaman “ángeles en la tierra”. Siempre están caminando apurados (as) por los pasillos del centro hospitalario, otros llamando a los pacientes a consulta, un buen grupo brindando confort a los menores hospitalizados y otros asistiendo con equipos a los pacientes más delicados en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Nos referimos a los más de 670 Técnicos en Enfermería del Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN), entre hombres y mujeres, guerreros de mil batallas, que dan, cuidan, mejoran y salvan vidas de los niños y adolescentes que este lunes 6 de mayo celebran su día.
Desde que nacieron el destino los seleccionó a una vocación plena al servicio y al amor por preservar la vida de los otros. No buscan protagonismo solo cumplen el rol de ser la compañía idónea de los pacientes para que superen sus enfermedades o al menos controlarlas para que se reencuentren con sus familiares.
“NUNCA CAMBIARÍA MI TRABAJO”
“El trabajo para recuperar la salud del paciente es en equipo. Nosotras, las Técnicas en Enfermería y también varones, nuestra labor es atender al niño o niña en todo lo que requiere. Los bañamos, les damos comodidad. Los asistimos”, cuenta la Téc. en Enfermería Noemí Camacho, quien trabaja en el INSN hace 27 años y 10 de ellos en el Servicio de Cirugía Plástica y Quemados.
Precisó que en este servicio la labor es más delicada porque hay que tener mucha paciencia y el cuidado mínimo con los pacientes quemados que va desde el baño por el tema de sus heridas. “Son numerosos los casos atendidos y cada uno es muy especial. No entregamos por completo. Queremos que el niño se sienta bien para que se recupere pronto. He pasado por otros Servicios pero los niños con quemaduras es de sumo cuidado”, manifestó.
Así como se alegra cuando un paciente se va de alta también ha pasado por momentos tristes. El año pasado murió el niño Christian (11), quien vivió en el Servicio de Cirugía Plástica y Quemados. Él sufrió graves quemaduras en todo su cuerpo cuando tenía un año de edad tras incendiarse su vivienda en Santa Anita. Era el engreído. “Me dolió su partida. Era como un hijo para todos. Lo vimos recuperarse día a día de sus heridas. Nunca pudo hablar pero expresaba su alegría con movimientos”, recordó.
Ella nació con la vocación por ayudar y servir a los demás y lo hacía desde niña con sus vecinos en su natal Guadalupe, en La Libertad. También jugaba a la doctora y a la enfermera con sus muñecas. “Entre mis juguetes tenía un estetoscopio y un termómetro que me regaló mi mamá. Nunca cambiaría este trabajo por otro. Me debo a mis pequeños pacientes”, sostuvo Noemí Camacho.
“HAY QUE SER VALIENTES”
Otro de los servicios donde los Técnicos de Enfermería están al pendiente de los pacientes cada segundo es la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Uno de ellos es Pedro Yonson Villegas Rúa (52), padre de dos hijos, quien tiene 33 años laborando en el INSN. Ha pasado por los Servicios de Traumatología, Neurocirugía. Llegó a la UCI tras recibir un curso de capacitación de equipos biomédicos.
“En la UCI todos somos un equipo. Nunca será un sitio confortable para trabajar porque los niños que llegan hasta allí luchan cada segundo por sobrevivir y todos estamos pendientes de ellos para que salgan adelante. Cada niño es como si fuera nuestro hijo. Somos frágiles pero hay que ser muy valiente”, sostuvo.
La labor de este Técnico en Enfermería es verificar el buen funcionamiento y manejo de los equipos biomédicos como ventilador mecánico, monitores cardiacos (monitores multiparamétricos) de cada uno de los pacientes asignados, así como colocar los insumos para los mismos. “Hay que hacer un buen trabajo, sólido, minucioso y confortable para que puedan salir las cosas bien. No debe haber errores”, precisa.
Entre una de las pacientes que asistió Yonson Villegas es la recordada Romina Cornejo, quien quedó cuadripléjica tras ser impactada por una bala en la columna durante un asalto a sus abuelos cambistas en la Vía Expresa de Paseo de la República en el año 2010 cuando ella tenía 3 años. “Ella estaba conectada a un ventilador humificador pasivo llamado “nariz artificial”. Me tocó asistirla durante toda su permanencia en el hospital. Le tomé mucho cariño así como todos en la UCI. Salió adelante. Me dolió mucho su muerte. Nosotros le dimos todo el confort”, recordó.
“HAY QUE TENER MUCHA PACIENCIA”
La más joven de estas tres historias es la Técnica en Enfermería Milagros Briones Mendoza (31), quien labora en el INSN hace 5 años en el Servicio de Hospital de Día. Aquí los pacientes reciben tratamiento de diferentes diagnósticos como asma, alergia, reumatismo, del Servicio de Nefrología y otros.
Ella cuenta que desde niña deseaba ser enfermera y que de cierta forma también cumplió el sueño de su madre porque no pudo estudiar por falta de recursos económicos. “Es una carrera que muchos pensarán que es fácil pero no lo es. Hay que tener mucha paciencia, dedicación y estudiar mucho como otras profesiones”, manifestó.
Al igual que sus otros colegas, también le dolió la muerte de una paciente a la que atendió durante cuatro años. “Ella recibía transfusiones de sangre. Venia interdiario. Tenía un problema en la médula que no producía plaquetas. Uno le toma mucho cariño a los pacientes. Aquí le celebramos sus 15 años a nuestra manera. Nosotros sabíamos de su diagnóstico y que era la última oportunidad que íbamos a estar con ella. Fue muy triste cuando nos dieron la noticia de su partida”.