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Comunicación digital feminista: pantallas que resisten y transforman

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¿Qué papel juega la comunicación digital contra la violencia de género y los derechos humanos de las mujeres en la cuarta ola del feminismo?

Un feminismo en clave digital y global

La cuarta ola del feminismo (2015–2025) se ha consolidado como una revolución comunicacional. Las pantallas han dejado de ser meros espacios de ocio para convertirse en trincheras simbólicas de resistencia. Desde hashtags como #NiUnaMenos, #MeToo y #MareaVerde, hasta videos virales y campañas colaborativas, el ciberactivismo ha logrado politizar lo íntimo, cuestionar el relato hegemónico y articular una narrativa global interseccional.

Como afirma Varela (2020), este tsunami feminista es el resultado de una indignación acumulada, pero también de una estrategia comunicacional poderosa. Las redes no solo visibilizan, sino que empoderan. Permiten pasar del silencio a la palabra, del miedo a la acción.

De las olas a las redes: genealogía de la rebeldía

Para entender el presente, es vital mirar al pasado. Gabriela Cano (2018) nos recuerda que las olas feministas, aunque útiles como metáforas, no siempre captan la complejidad del movimiento. La cuarta ola es heredera de muchas otras luchas: desde el sufragio hasta la despenalización del aborto, desde el derecho a la educación hasta la crítica al patriarcado en sus múltiples capas.

La historiadora sostiene que el feminismo ha sido siempre sensible al contexto: en cada etapa, las mujeres han identificado nuevas formas de opresión y han articulado estrategias específicas. La cuarta ola, a diferencia de las anteriores, emerge en un ecosistema digital que redefine el activismo y abre paso a un feminismo plural, descentralizado y transnacional.

Feminismo interseccional: un discurso que incomoda al poder

Nuria Varela, en Feminismo para principiantes (2008), plantea que el feminismo es “un discurso político impertinente”. Incomoda porque pone en cuestión el orden establecido, desnaturaliza la desigualdad y visibiliza lo que ha sido históricamente silenciado.

La cuarta ola continúa ese legado, pero con una mirada interseccional. El feminismo de hoy ya no habla solo de las mujeres blancas de clase media, sino desde la diversidad de experiencias: mujeres indígenas, afrodescendientes, trans, migrantes, trabajadoras informales. Esta ampliación de voces ha sido posible gracias a la comunicación digital, que ha democratizado el acceso a la palabra pública.

Varela también señala que el feminismo es una “ética y una forma de estar en el mundo”, que transforma la mirada: como si nos pusiéramos unas gafas violetas. En el espacio digital, estas gafas permiten detectar micromachismos, violencias simbólicas y discursos patriarcales incluso en los memes, los comentarios y las noticias.

El caso peruano: entre la calle y la pantalla

En Perú, la movilización de Ni Una Menos (2016) demostró la fuerza del ciberactivismo para llevar a miles a las calles. Pero también evidenció un desafío: la violencia de género muta en el entorno digital. El acoso, la desinformación y los discursos de odio son nuevas formas de patriarcado.

Sin embargo, la respuesta ha sido potente. Feministas militantes, jóvenes universitarias y comunicadoras han articulado redes de apoyo, observatorios críticos y campañas en línea que vigilan a los medios y al Estado. La comunicación digital, aquí, no solo denuncia, sino que genera comunidad, memoria y acción colectiva.

Disputar el sentido común: el lenguaje como trinchera

Una de las grandes conquistas del feminismo digital ha sido el lenguaje. Términos como feminicidio, acoso callejero, consentimiento o violencia simbólica han ingresado al debate público y mediático. Esto no es menor. Como dice Varela, “cambiar el relato no basta, pero es indispensable”.

La comunicación digital feminista se mueve, así, en el terreno de lo simbólico, sabiendo que toda transformación estructural empieza por la sensibilidad colectiva. Romper el silencio también significa nombrar las violencias, crear nuevas narrativas y disputar el relato hegemónico que naturaliza la desigualdad.

Justicia comunicacional para resistir y transformar

La cuarta ola del feminismo demuestra que la comunicación digital es un campo de batalla política. No se trata solo de redes sociales, sino de un ecosistema comunicacional que articula denuncia, propuesta, memoria y solidaridad.

Tanto Nuria Varela como Gabriela Cano coinciden en que el feminismo no es una moda, sino una fuerza histórica en constante transformación. Y en su versión digital, encuentra nuevas formas de resistir y de soñar.

La lucha contra la violencia de género y por los derechos humanos de las mujeres no puede separarse de la justicia comunicacional. Porque comunicar cuando se hace desde una ética feminista no es solo informar: es resistir, sanar, articular y transformar.