Home ESPECIALES El cónclave: el sagrado ritual que decidirá el futuro de la Iglesia...

El cónclave: el sagrado ritual que decidirá el futuro de la Iglesia católica

226
0

Con la muerte del papa Francisco, 135 cardenales se encerrarán en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo pontífice en un proceso milenario lleno de simbolismo y secretismo.

La Iglesia católica se prepara para vivir uno de los momentos más trascendentales de su historia contemporánea: el cónclave que elegirá al sucesor del papa Francisco. Este proceso, que data del siglo XIII, reúne a 135 cardenales electores menores de 80 años en el recinto sagrado de la Capilla Sixtina, donde deberán alcanzar un acuerdo bajo estricto aislamiento del mundo exterior.

Un colegio cardenalicio transformado

De los 135 cardenales con derecho a voto, 108 (el 79%) fueron nombrados por el propio Francisco, lo que podría inclinar la balanza hacia un pontífice que continúe su línea reformista. Los restantes 27 fueron designados por Benedicto XVI (22) y Juan Pablo II (5), representando diversas corrientes dentro de la Iglesia. Esta composición refleja el rostro global del catolicismo actual, con participantes de 94 países de los cinco continentes.

El cónclave moderno conserva el espíritu del primero celebrado en Viterbo (1271), donde los cardenales fueron literalmente encerrados hasta elegir a Gregorio X. Hoy, tras la misa «Pro Eligendo Pontifice», los purpurados juran guardar secreto con el «Extra omnes» (Todos fuera) y comienza el ritual de votación.

El drama de la fumata

Cada jornada contempla cuatro votaciones secretas. Para ser elegido, un candidato necesita dos tercios de los votos (90 en este caso). Las papeletas se queman después de cada ronda: humo negro significa que no hay papa, humo blanco anuncia el éxito. Si tras 34 votaciones no hay consenso, solo compiten los dos más votados.

El momento culminante llega cuando el cardenal protodiácono pronuncia desde el balcón de San Pedro el histórico «Habemus Papam». El nuevo pontífice, ya vestido con los hábitos papales, ofrece entonces su primera bendición urbi et orbi, marcando el inicio de un nuevo capítulo para los 1,300 millones de católicos del mundo.