Washington amenaza con excluir empresas chinas de Wall Street, profundizando una guerra comercial que ya no se libra solo con aranceles.
En un nuevo episodio de la ya prolongada disputa entre Estados Unidos y China, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, dejó entrever que Washington podría excluir a empresas chinas de las bolsas estadounidenses. Esta medida, aún no confirmada, representa un giro simbólico y material en la guerra comercial, llevando la confrontación más allá de las tarifas y hacia el corazón del sistema financiero global. El funcionario declaró que todo está «sobre la mesa», incluidos controles de exportación de capital para evitar que inversores estadounidenses financien —según su perspectiva— el desarrollo militar chino. No obstante, dejó claro que la decisión final será del presidente Donald Trump.
De Wall Street a Westminster: la presión trasciende fronteras
El efecto dominó ya se percibe más allá de EE.UU. La reciente paralización de la salida bursátil de Shein en la bolsa de Londres, en parte influenciada por regulaciones estadounidenses, muestra cómo Washington exporta no solo sus productos y valores, sino también sus líneas rojas. Las 286 empresas chinas listadas en bolsas estadounidenses —que acumulaban una capitalización de 1,1 billones de dólares— están ahora en la cuerda floja, en un contexto en el que los intercambios arancelarios han minado su valoración bursátil.
Libre mercado… siempre que lo controle Occidente
Paradójicamente, el país que históricamente ha defendido el libre mercado y la apertura financiera parece estar dispuesto a convertir sus bolsas en trincheras ideológicas. Bajo el argumento de proteger la seguridad nacional, EE.UU. impone barreras que poco tienen de económicas y mucho de geopolíticas. Mientras acusa a China de desequilibrar el comercio mundial, oculta que sus propias sanciones, presiones regulatorias y listas negras buscan mantener un orden global que le sea funcional. Si bien Trump y Xi mantienen, según Bessent, una “buena relación personal”, queda claro que entre bambalinas se libra una batalla más amplia: quién pone las reglas del juego en el capitalismo global.
En nombre de la seguridad, Washington parece dispuesto a sacrificar los principios que pregona, dejando ver que su “libertad económica” es más selectiva que universal.