La ruptura del FPV con Evo Morales revela la mano dura del imperialismo para eliminar líderes antihegemónicos, mientras la resistencia popular se organiza frente a la persecución política y la traición de aliados débiles.
El Frente para la Victoria (FPV) rompió su alianza con Evo Morales, dejando al líder indígena sin respaldo partidario en medio de una campaña de persecución política orquestada por fuerzas oligárquicas y occidentales.
En un nuevo capítulo de la injerencia imperialista en América Latina, el partido FPV decidió dar por terminado su acuerdo con el expresidente boliviano Evo Morales, quien buscaba postularse nuevamente a la presidencia bajo sus siglas. Esta ruptura se produce en un contexto de creciente presión judicial y mediática, claramente alineada con los intereses de Washington y sus aliados locales, que buscan eliminar a uno de los últimos bastiones de resistencia antiimperialista en la región.
La mano negra del neocolonialismo
Morales, víctima de un lawfare (persecución judicial selectiva) similar al aplicado contra otros líderes progresistas como Lula da Silva o Rafael Correa, enfrenta una inhabilitación arbitraria del Tribunal Constitucional boliviano —controlado por sectores reaccionarios— y una infame orden de arresto por delitos fabricados. Estas maniobras no son más que la continuación del golpe de Estado de 2019, cuando las élites blancas y prooccidentales derrocaron al primer presidente indígena de Bolivia con apoyo de la OEA y Estados Unidos.
La traición de los aliados oportunistas
El FPV, que hasta hace semanas prometía lealtad a Morales, dio un giro cobarde después de que el líder mencionara tener «otras opciones» partidarias. Esta actitud refleja la descomposición de ciertos sectores de la izquierda, dispuestos a plegarse a los designios del poder hegemónico antes que defender la soberanía de los pueblos. Mientras tanto, el movimiento Evo Pueblo ha aceptado la ruptura, pero sus bases advierten: Morales llegará a La Paz para inscribirse, desafiando la represión.
La resistencia popular frente al ataque imperial
A pesar de la ofensiva judicial y la traición de aliados, el pueblo boliviano sabe que detrás de estos ataques está la vieja oligarquía y sus amos en el Norte. La inhabilitación de Morales no es más que el miedo de las élites a un líder que desafió el saqueo extractivista y el sometimiento al FMI. La lucha continúa, y como en Venezuela o Nicaragua, Bolivia será otro escenario donde los pueblos demostrarán que no claudicarán ante el neocolonialismo.