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SUNEDU: personal de César Acuña en puesto clave

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El nombramiento de Susana Paredes, vinculada a la Universidad César Vallejo de César Acuña, destaparía presunta la red de favores e intereses económicos que domina el sistema universitario, donde élites financieras y comerciales pelean por controlar el negocio educativo.

La SUNEDU ha dejado de ser el árbitro técnico de la educación superior para convertirse en el campo de batalla donde se disputa un jugoso negocio.

«Desde el año 2008 a la fecha trabaja en la Universidad César Vallejo, como docente de las carreras profesionales de Obstetricia, Nutrición y Medicina en pre y posgrado, principalmente de investigación, desempeñándose además como directora de la Escuela Profesional de Obstetricia», se lee en su hoja de vida en el portal del gobierno.

JUEGO DE TRONOS EDUCATIVO

El escándalo por la designación de Susana Paredes -vinculada a la Universidad César Vallejo de César Acuña– revela cómo dos facciones del gran capital peruano están descuartizando el sistema universitario.

Lo que comenzó como una reforma para garantizar calidad se transformó en una guerra entre élites. Por un lado, el capital financiero tradicional que durante años usó la SUNEDU para blindar sus universidades de élite. Por otro, el capital comercial emergente de Acuña y compañía, que busca imponer su modelo de universidades masivas y lucrativas.

El caso de la Universidad Señor de Sipán es emblemático. Mientras cientos de instituciones esperan años por licenciamiento, esta obtuvo aprobación exprés.

El patrón se repite: decisiones técnicas reemplazadas por favores políticos, supervisores que deberían fiscalizar a sus propias universidades, y un Ministerio de Educación que mira para otro lado.

LA FARSA DE LA CALIDAD EDUCATIVA

Detrás del discurso de «excelencia académica», se esconde un sistema podrido. Las universidades de Acuña, como muestra el matinal ‘La Contra’, multiplican locales como franquicias de comida rápida, sin inversión en investigación o profesores calificados. Las del establishment tradicional mantienen su club exclusivo, donde la «calidad» sirve de excusa para cobrar matrículas prohibitivas.

El resultado es un desastre nacional: profesionales mal formados con títulos devaluados, saturación de abogados y administradores en Lima, mientras faltan ingenieros en provincias. La SUNEDU, lejos de corregir estos desequilibrios, los ha profundizado con su doble estándar.

EL CAMINO A SEGUIR

Mientras el país no entienda que la SUNEDU es solo el síntoma de un cáncer mayor -la captura del Estado por intereses económicos- seguiremos graduando profesionales de tercera para un mercado que merece lo mejor. La educación no puede seguir siendo el botín de esta guerra entre élites.

La solución requiere medidas drásticas: una purga total de funcionarios vinculados a universidades, auditorías internacionales independientes, y sanciones ejemplares a quienes convirtieron la educación en mercancía. Pero sobre todo, necesita una ciudadanía que deje de creer en espejismos y exija una verdadera reforma.