En Otro Lenguaje
Por: Jaime Asián Domínguez (*)
Nuestro país es una caja de Pandora, que -según la historia mítica- contenía todos los males del mundo, entre ellos la enfermedad, la fatiga, la locura, el vicio, el crimen, la tristeza y la vejez. No sabemos en qué momento se abrió de par en par, pero lo cierto es que en el Perú proliferan las 7 plagas, que se hacen más notorias en el ámbito político con una clase dirigencial en inexorable involución y presta a la desvergüenza de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Pruebas al canto o, mejor dicho, eslabones de esta desgracia continua: De Alberto Fujimori en adelante, todos los presidentes de la República tienen deudas punitivas con la justicia, incluido Alan García que prefirió sepultar las investigaciones en su contra. Y, como cunde el mal ejemplo, “Los Cuellos Blancos del Puerto” atizaron la corrupción y el segundo capítulo, que embarra a la judicatura, lo protagoniza ahora mismo la Fiscal de la Nación, Patricia Benavides, de la mano con el Congreso.
Según la mitología griega, cuando Pandora logra cerrar la caja, solo quedaba, bien al fondo, Elpis, la deidad que personifica la esperanza. De allí deviene la frase “la esperanza es lo último que se pierde”. En nuestro país la gente está desmoralizada con tantos cacasenos en el poder (los “Niños”, por ejemplo) que únicamente buscan exprimir la teta del Estado y desparramarse, panzurrones al mango, en sus escritorios o curules. Y así no juega Perú, menos con el inefable Juan Reynoso como DT.
Desde el Ejecutivo la respuesta, ante la denuncia de la fiscal Benavides por delito calificado, ha sido un callejón oscuro, con ministros en retahíla pidiendo la cabeza de la titular del MP, sin embargo, la acusación a la mandataria también es seria y tiene que investigarse y sancionarse con la misma rigurosidad que eventualmente caiga sobre la supuesta lideresa de una organización criminal. Lo más seguro es que la caja de Pandora made in Perú siga expeliendo males nauseabundos.
(*) Periodista y Consultor de contenidos
“Proliferan las 7 plagas, que se hacen más notorias en el ámbito político con una clase dirigencial en inexorable involución”.