Marco Martos: Una voz propia.

Publicado el 10/09/2025

Conocí a Néstor Samuel Martos Garrido en 1970, en acogedora casa de Ernesto More, ubicada en Jesús María. Martos y More conocían desde las entrañas a un periodismo al servicio de una oligarquía, hispana criolla y a una crítica literaria que muy poco de ocupaba especialmente de Vallejo. Ambos experimentados periodistas coincidieron en señalar que Vallejo, sin embargo, sería reivindicado por las nuevas generaciones y se celebrará siempre al «poeta serrano» como muchos literatos motejaban al autor de «Los heraldos negros».

No es este tu país / porque conozcas sus linderos: Marco Martos.

               Escuchar hablar a More y Martos, era cátedra de literatura, ética y profunda convicción peruanista. Conocían desde adentro una crítica destinada a celebrar una literatura de orden colonial y francamente mediocre. More contaba anécdotas de Vallejo que han sido registradas en sus libros escritos con una prosa exquisita y subyugante.

                Marco Martos fue educado sin duda bajo la influencia y oficio de su padre, quien además de ser un destacado periodista, es un peruanista doctrinario, menos mal que su labor intelectual ha sido reconocida, como no ocurre por ejemplo con Ernesto More, cuya obra completa no ha sido editada, pese a los esfuerzos de los descendientes.  

                  Marco Martos nació en 1942 en Piura. Empezó a escribir poesía en la adolescencia con un estilo personal, que ha caracterizado toda su obra a través de muchos años de ejercicio literario. Ha sido docente en la escuela de Literatura y del posgrado de Escritura Creativa de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, presidente de la Academia Peruana de la Lengua. Ha publicado los libros: Casa nuestra (Lima: Ediciones de La Rama Florida & Biblioteca Universitaria, 1965. 2ª edición. Lima: Editorial Grano de Arena, 1993); Cuaderno de quejas y contentamientos (Lima: Carlos Milla Batres, 1969); Donde no se ama (Lima: Carlos Milla Batres, 1974); Carpe Diem (Lima: Editorial Haraui, 1979); Carpe diem / El silbo de los aires amorosos (Lima: Industrial Gráfica, 1981); Cabellera de Berenice / Chevelure de Bérénice (Edición bilingüe español-francés de Roland Forgues y Modesta Suárez. Grenoble: Edicius det Tignahus, 1990). Muestra de arte rupestre (Lima: INC, 1990); Cabellera de Berenice (2ª edición. Trujillo: Municipalidad Provincial de Trujillo y Casa del Artista, 1992. 3ª edición. Lima: Seglusa Editores/Editorial Colmillo Blanco, 1994); Leve reino. Obra poética 1965-1996 (Lima: PEISA, 1996); El mar de las tinieblas (Lima: El Caballo Rojo y Atenea Impresores, 1999); Sílabas de la música (Lima: Litsur, 2002); Jaque Perpetuo (Lima: PUCP, 2003).

                  La edición de Cuadernos de quejas y contentamientos 1 ha merecido el Premio Nacional de Poesía, cuya edición no solamente es un aporte a la literatura latinoamericana, sino a su vez es un derrotero y muestra de lo que ocurre en el Perú. De ese modo no solamente es un logro de la renovación continua de la poesía peruana, sino que a vez no necesita de raras influencias, le basta ser él mismo por ejemplo cuando dice: No es este tu país / porque conozcas sus linderos, / ni por el idioma común, / ni por los nombres de los muertos. / Es este tu país, / porque si tuvieras que hacerlo, / lo elegirías de nuevo / para construir aquí / todos tus sueños.

              Con razón Italo Calvino dice en el prólogo: «Tratemos de hacer uno». Tomó un cuaderno escolar y lo colgó del árbol con un cordel; cada uno iba y escribía lo que no andaba bien. Surgían quejas de todos colores: sobre el precio del pescado, los pescadores; sobre aquellos diezmos, los viñadores; los pastores, sobre los connes del pastoreo; los guardabosques, sobre los bosques del dominio; y luego los que tenían parientes en la cárcel y los que habían sido azotados por cualquier delito, y los que tenían algo contra los nobles por cuestión de faldas; no se concluía nunca. Cósimo pensó que aunque fuera un «Cuaderno de quejas», no estaba bien que resultara tan triste y se le ocurrió pedir a alguien que escribiese lo que más le hubiese agradado. Y otra vez, cada uno puso lo suyo, ahora para bien: unos pedían hogaza y otros sopa; algunos querían una rubia y otros dos morenas; a uno le habría gustado dormir el día entero y a otro ir a buscar hongos todo el año; este quería una carroza con cuatro caballos, aquel se contentaba con una cabra; otro hubiera querido volver a ver a su difunta madre, el de más allá, ver a los dioses del Olimpo; en resumen, todo lo bueno del mundo se escribía en aquel cuaderno o por lo menos se bosquejaba, porque muchos no sabían escribir, o, de lo contrario, era pintado en colores. Resultó un lindo cuaderno y Cósimo lo intituló: «Cuaderno de quejas y de contentamientos». Mas cuando estuvo terminado no hubo asamblea donde enviarlo y por ello permaneció allí, suspendido del árbol, y cuando llovía se iba borrando y ensuciándose y su vista oprimía el corazón de los 

  ombrosenses por la miseria presente y los colmaba de deseo de rebelión».  1      

       La voz de Marco Martos permanecerá a pesar que el tiempo destruye todo.  Cuadernos de quejas y contentamientos, será un libro leído por las generaciones que vendrán.                                   1.- Cuadernos de quejas y contentamientos. Fondo Editorial Cultura Peruana. Serie Premio Nacional de Poesía. Pág7. Lima, junio 2025.