Liberémonos

Publicado el 20/08/2025

El Evangelio de la reciente Asamblea Popular Dominical nos manifiesta una revolucionaria faceta. “He venido a traer fuego aquí, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! […] ¿Piensan que he venido a traer paz? De ningún modo. No he venido a traer paz, sino división […]”. El texto de Lucas nos muestra afirmaciones que rompen el guión de la etiqueta social.

En el desarrollo de la Misa, antes de competir por quién ofrenda el billete más alto, las intrusas élites empiezan a sentirse desubicadas. Aunque el falso sosiego de este mundo encaje con el poder que detentan, Jesús las ridiculiza. El orden establecido tiembla. La mentira del “todos somos hermanos” se diluye en un río de lágrimas, compuesto por el llanto de quienes “ya tuvieron su alegría”.

Seguir a Cristo genera conflictos, por supuesto. A eso se refiere la Palabra. La decencia no viene perfumada, brota como sudor de un cuerpo trabajador. No se consigue en un centro comercial, emana de la más pura sencillez. Dios eligió revelar Sus Enseñanzas a los más humildes y garantizó la titularidad del Reino de los Cielos para los esclavos de la tierra. La Buena Nueva no es aceptada por todos. Hay oposición.

Resulta inútil brindar “corrección fraterna” a quien le asquea ser tu hermano y te trata como pieza reemplazable en el engranaje de la estructura que comanda. La inevitable lucha entre unos y otros se da por justicia, para una inmensa mayoría, y por la preservación de privilegios, desde un pequeño sector.

A Jesús no le tembló la mano para expulsar a los mercaderes del Templo ni para vociferar las verdades de los escribas y fariseos. Cuando fue torturado, reclamó. No se quedó callado. Tuvo gestos de ternura con ciegos, leprosos y demás marginados, así como también fruncía el ceño a quienes debían ser reprendidos.

Su Fuego nos revitaliza y conduce a la rectitud, pero solamente prende en manos vacías. La balanza de Dios rechaza el peso de adornos y disfraces. Él nos prefiere naturales, como la furia de nuestra gente. Basta de sentir culpa. Liberémonos.