La esperanza 

Publicado el 21/12/2025

Alfredo Moffat, psicólogo social argentino, en un artículo en el que trata de la natural preocupación por el envejecimiento y la no poco común costumbre de la negación de la edad, cita a un amigo suyo: «La muerte esta tan lejos como grande sea la esperanza que construimos”. El tema, señala Moffat, es la construcción de la esperanza. Si pues, de eso se trata.

Según el diccionario de la RAE (Real Academia de la Lengua), la esperanza es el “Estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos”. Lo que deseamos, lo que anhelamos, está allí frente a nosotros y somos nosotros los que debemos trabajar por hacerlo posible, por conseguirlo, por alcanzarlo y esto (la mayor o menor posibilidad de logro) dependerá de nuestras ganas. Lo tengo muy claro desde hace mucho: se puede durar sin esperanza, pero no se puede vivir sin ella.

Si se tiene un proyecto, un sueño no realizado, algo que nos ocupe y en lo cual apliquemos nuestras energías, entusiasmo, ganas, pues entonces la muerte quedará lejos. Rita Levy Montalcini, premio nobel de neurología, vivió 103 años de su vida dedicada a lo que más amó: la investigación. En la oportunidad del centenario de su nacimiento, a la par de numerosos homenajes, se le hicieron entrevistas en diferentes medios, en una de esas entrevistas, la periodista, luego de indagar y comprobar a través del cuestionario la enorme vocación de Rita termina preguntándole: “Rita ¿qué haría usted si volviese a tener 20 años?” y Rita contesta: “¡pero si lo estoy haciendo!”. Hasta el último día haciendo lo que nos gusta, trabajando en aquello en lo que creemos, recordando que la esperanza es aplicar el ánimo por lograr aquello que se nos presenta como posible.

Joan Manuel Serrat, cantautor español, ganó el Festival Eurovisión (1963) que lo catapultó a la fama con una canción titulada “Ahora que tengo 20 años”, cuando cumplió los cuarenta editó un vinilo que llevaba por título “Hace 20 años que tengo 20 años”. De acuerdo con Rita y con Serrat, los veinte años son la edad de la rebeldía, de la inconformidad, del cuestionamiento y por eso debemos procurar recordar y regresar a ese estado del ánimo para seguir manteniendo siempre viva la esperanza y, por tanto, la muerte lejos, bien lejos.

“Lo tengo muy claro desde hace mucho: se puede durar sin esperanza, pero no se puede vivir sin ella.”

“Lo tengo muy claro desde hace mucho: se puede durar sin esperanza, pero no se puede vivir sin ella.”