Germán

Germán Alarco

Opinión

Universidad del Pacífico

La era de los aranceles: Trump está inaugurando una nueva época turbulenta para la economía global

Publicado el 11/04/2025

La cuantificación de los impactos negativos de las medidas arancelarias de Trump está en proceso, pero ya hay algunas represalias de China, Europa y de otras economías a estas. Asimismo, en EE.UU se comenta que están en revisión las aplicadas a Israel, India y Vietnam, pero también se ha comentado desde la Casa Blanca que no caben muchas reconsideraciones para una lista larga de 50 economías que pretenden renegociarlas, incluido el Perú. Tanto la lista como los niveles tienen muchos absurdos derivados de una fórmula simplista que incluye economías tradicionalmente deficitarias comercialmente, otras que son poco significativas e impactan negativamente en muchos aliados estratégicos de los estadounidenses.

En esta oportunidad aprovechamos un trabajo de Eswar Prasad publicado en Foreign Affairs el 3 de abril de 2025. El autor ocupa la cátedra de Política Comercial en Universidad de Cornell, EE.UU. Ha sido jefe de la sección de Estudios Financieros del Departamento de Investigación del Fondo Monetario Internacional y, con anterioridad, jefe del Departamento de China de la misma institución. A pesar de su mirada ortodoxa en el tema: nada crítico con los excesos de la hiperglobalización previa, resulta útil para entender, ir dimensionando impactos y estudiar posibles respuestas.

El autor concluye señalando que EE.UU. ha cedido su papel como bastión del libre comercio y en su lugar está liderando un resurgimiento del proteccionismo que perjudicará a los consumidores y a las empresas de todo el mundo. Estos aranceles, si permanecen vigentes, definirán el legado de Trump no como un hombre de negocios astuto, sino como un obstáculo destructivo y petulante al progreso económico.

Antecedentes

Prasad inicia anotando que la era del comercio internacional cada vez más libre y extenso, cimentada sobre un sistema basado en reglas que EE.UU. ayudó a crear, ha llegado a un abrupto final. El 2 de abril, en un evento teatral en la Casa Blanca, se anunció una serie de aranceles masivos que afectarán a casi todos los países extranjeros. En cierto sentido, su anuncio no fue una sorpresa, pero la magnitud y el alcance de los aranceles confirmaron los peores temores. De un plumazo, Washington ha restringido severamente el comercio internacional.

Para justificar esta nueva era de aranceles se argumentó que EE.UU. era víctima de prácticas comerciales desleales, algo que tenía algo de cierto en algunos casos. Sin embargo, en lugar de corregir las reglas que algunos socios comerciales aprovecharon, se optó por destruir todo el sistema. Ha tomado la iniciativa de imponer aranceles a las importaciones de prácticamente todos los principales socios comerciales, sin perdonar ni a aliados ni a rivales. Las relaciones económicas y las alianzas geopolíticas de largo plazo y mutuamente beneficiosas han servido de poco ante los aranceles para Corea del Sur, Japón, Taiwán e Irak como algunos ejemplos.

El autor señala que es probable que se produzcan algunos ajustes, pero el regateo entre Trump y los otros Estados moldeará un sistema económico emergente definido por el proteccionismo, las tensiones y las negociaciones. El resultado no será más empleos, como prometió Trump; será turbulencia para todos y durante los próximos años.

Matemáticas malas

Es cierto que EE.UU. tiene déficits comerciales con la mayoría de los países, pero no hay nada de malo en ello, anota el autor. En realidad, significa que otros países son eficientes en la producción de bienes que los consumidores estadounidenses desean, por lo que los estadounidenses les compran más que viceversa. Sin embargo, Trump cree que cualquier país que tenga un superávit comercial bilateral con Estados Unidos está, por definición, haciendo trampa, y que se necesitan aranceles recíprocos para equilibrar las cosas.

Prasad señala que para decidir qué aranceles imponer, Trump calculó todas las formas en que los países cometen a su entender fraudes: incluyendo aranceles, barreras no arancelarias y manipulación cambiaria para estimar el arancel total que cada país impuso a Estados Unidos. En la práctica, esto significó dividir el déficit comercial de Estados Unidos con un país entre la cantidad de bienes que este exportaba a EE.UU. Estos cálculos excluyen convenientemente el comercio de servicios como el turismo, la educación y los servicios empresariales, en el que EE.UU. mantiene un superávit con la mayoría de sus socios comerciales; luego otorgó un descuento generoso del 50%.

Aliados como enemigos

EE.UU. y Corea del Sur tienen un tratado de libre comercio, pero Corea del Sur mantiene un superávit comercial con Estados Unidos. Por lo tanto, según la lógica de Trump, deben estar haciendo trampa. Según los cálculos de la Casa Blanca, Corea del Sur aplica un arancel de aproximadamente el 50 % a las exportaciones estadounidenses. Como resultado, Trump impuso un arancel del 26 % a las importaciones surcoreanas.

¿Qué ocurre con los países con los que EE.UU. mantiene un superávit comercial? Este país exporta más bienes a Australia y el Reino Unido de los que importa de estos países. Sin duda, esto demuestra que EE.UU. es el tramposo en estas dos relaciones. Pero, en opinión de la Casa Blanca, solo otros países hacen trampa. De hecho, a estos dos países se les aplicaron aranceles del 10 %. Cabría preguntarse, ¿por qué aplicar aranceles en estos casos? La respuesta, al parecer, es: ¿por qué no?

Medida fallida

Los aranceles, según Prasad, por sí solos no eliminarán el déficit comercial general de EE.UU a menos que el país se aísle completamente del comercio internacional. Esto se debe a que el déficit comercial es, en efecto, la brecha entre el ahorro interno y la inversión. EE.UU sigue siendo un buen lugar para invertir, pero su tasa de ahorro privado es baja y el gobierno acumula enormes déficits presupuestarios.

Si Trump realmente quisiera equilibrar la balanza comercial, le convendría más implementar medidas para promover el ahorro nacional. E incluso si EE.UU. no tuviera un déficit comercial general, probablemente seguiría registrando déficits comerciales con algunos países y superávits con otros. Los desequilibrios comerciales bilaterales son inherentes al comercio internacional.

Efectos largo plazo

Según el autor, Trump también considera los aranceles como una herramienta para reactivar la industria manufacturera estadounidense. Sin embargo, ese beneficio es especulativo, se produciría en un futuro lejano y se ve superado por los costos evidentes. Los aranceles de Trump abarcan una gama tan amplia de productos y socios comerciales que inevitablemente tendrán efectos adversos en la economía estadounidense, y los costos de la disrupción recaerán sobre los consumidores y las empresas estadounidenses en prácticamente todos los sectores.

Las industrias con cadenas de suministro complejas que atraviesan varios países, como la fabricación de automóviles, se enfrentarán a las consecuencias más graves. Sin embargo, cualquier empresa que se haya beneficiado de cadenas de suministro eficientes y rentables ahora tendrá que recortar gastos para reducir su exposición a los riesgos geopolíticos y de política comercial.

Esto inevitablemente elevará los precios para los consumidores, ya que las empresas priorizan la resiliencia sobre la eficiencia. Incluso los productos agrícolas, la maquinaria y los equipos, y los bienes de alta tecnología que exporta EE.UU se verán afectados negativamente, debido a los aranceles de represalia impuestos por los socios comerciales de Washington.

Respuestas posibles

Prasad anota que el resto del mundo aún no reacciona plenamente al anuncio de Trump. Pero es probable que los países respondan con una combinación de represalias, apaciguamiento y diversificación. Cada uno de estos enfoques presenta desafíos. En cuanto a las represalias (retaliación) se considera en primer lugar las represalias contra EE.UU. Varios países ya han prometido (y algunos ya las han establecido) aplicarle aranceles a los productos estadounidense en respuesta a las acciones de Trump. Pero, según el autor, las represalias conllevan sus propios costos, ya que aumentan la incertidumbre sobre el comercio mundial, lo que perjudica la inversión empresarial.

Una acción menos enérgica ha sido la reacción de Canadá donde sus ciudadanos también están indignados. Los consumidores canadienses están boicoteando los productos estadounidenses, y es probable que los turistas del resto del mundo eviten EE.UU. Esto se puede hacer desde asociaciones de consumidores y/o con el apoyo gubernamental, a nivel federal, estatal o local.

Según Prasad el apaciguamiento conlleva menos riesgos, y sin duda conviene a cada país afectado por aranceles negociar con Trump. El comercio bilateral no se puede equilibrar de la noche a la mañana, pero los países podrían prometer comprar más productos de EE.UU. y reducir las barreras a esas importaciones. Trump justificó rondas anteriores de aranceles con argumentos más amplios de seguridad nacional, utilizándolos como herramienta para que los países limiten la inmigración ilegal y la entrada de drogas ilícitas con Canadá y México. A Trump le encantan los acuerdos, así que cada país tendrá que encontrar la manera de permitírselo.

Nuevos acuerdos subregionales

El autor recuerda que otros países, en particular aquellos que ya mantienen sólidas relaciones comerciales entre sí, podrían quizás obviar por completo a EE.UU. Por ejemplo, China, Japón y Corea del Sur podrían (ya lo están haciendo) intentar protegerse colectivamente de los efectos de los aranceles estadounidenses intensificando sus vínculos comerciales mutuos. Sin embargo, cada uno de estos países depende en gran medida de las exportaciones para impulsar sus economías y se ve afectado por una débil demanda interna. Sin embargo, es probable que estos países se muestren reticentes a abrir plenamente sus mercados a las exportaciones de la otra parte.

Los europeos, por su parte, han indicado su disposición a colaborar con otros Estados en materia de comercio, aunque no quieren convertirse en un vertedero para las exportaciones de otros países. Otras medidas sería la de diversificar sus mercados de exportación, acuerdos comerciales que excluyan a EE.UU y otras estrategias para protegerse de una inminente guerra comercial global. Pero la realidad es que su capacidad de acción es limitada, ya que la confianza de empresas está dañada y se acompañaría de una debilitada economía estadounidense y mundial.

Otras medidas

Hasta aquí el portafolio de medidas sugeridas y evaluadas por Prasad. Sin embargo, este es más amplio incluyendo medidas no estándar en el campo de lo macro y mesoeconómico (o intermedias). Dentro de este espectro estaría por ejemplo la promoción en la exportación de servicios incluyendo desde los turísticos hasta los informáticos, que no han sido considerados dentro de la nueva política arancelaria. En el corto plazo promover mayores compras públicas de bienes nacionales con mayores encadenamientos productivos y de empleo.

Por otra parte, existe un conjunto de herramientas ignoradas desde la inserción del neoliberalismo en nuestras economías como el de procurar reducir el componente importado de la formación bruta de capital, reducir la propensión a importar insumos y de bienes de consumo sustitutos de la producción nacional, elevar la propensión media a consumir para aumentar el multiplicador del gasto; y obviamente diversificar la producción y exportación en productos intensivos en conocimientos.

Colofón

En fin, no se trata de quedarnos con los brazos cruzados sino aprovechar esta oportunidad para ajustar nuestro modelo de crecimiento económico. Asimismo, reiniciar la discusión sobre estos temas y no reincidir en más de lo mismo.