La diplomacia de las cañoneras
Publicado el 26/08/2025
La historia de la política exterior estadounidense en América Latina está marcada por la diplomacia de las cañoneras, una vieja táctica de política exterior que consiste en utilizar la amenaza de la fuerza naval, es decir, la mera presencia o el despliegue de buques de guerra, para intimidar a naciones más débiles y forzarlas a aceptar los términos o concesiones de la potencia superior.
Los recientes movimientos militares con el despliegue de barcos de guerra en el Caribe, han sido vistos por Venezuela como una amenaza directa contra su soberanía, y tiene razón. Imaginemos una flota así frente a nuestras costas, a cualquiera alarma.
La retórica yanqui de la lucha contra el narcotráfico y el narcoterrorismo es una excusa para justificar una acción militar. Hay que tener memoria, la invasión de Irak en 2003 se basó en una premisa falsa: la existencia de armas de destrucción masiva. Este engaño llevó a una guerra que resultó en la muerte de cientos de miles de personas, una desestabilización a largo plazo de la región y un profundo escepticismo sobre las verdaderas intenciones de EE. UU. en sus intervenciones militares.
¿Cómo creerle ahora que su presencia militar lo hace para combatir el narcotráfico? Lo que se estaría preparando es una justificación similar a la de Irak, incluso poniendo precio a la cabeza de Maduro, al más puro estilo del salvaje Oeste. Parece un calco de lo que pasó con Hussein. Ni más ni menos. La historia ha demostrado que las intervenciones militares en nombre de la seguridad o la democracia a menudo conducen a un desastre humanitario y al caos.
Esta escalada de tensiones podría tener consecuencias catastróficas para la región, y por ello es imperativo que los líderes y ciudadanos de toda América Latina permanezcan vigilantes. Debemos unirnos para defender la soberanía del país hermano. Y no es por defender a Maduro, sino algo más importante: la autodeterminación de nuestros pueblos. Permitir una grosera invasión en nuestra región nos dejaría como países cobardes, dispuestos a dejarnos aplastar por el grandote abusivo y mentiroso.