¿La adicción a la deuda de Washington provocará la próxima crisis mundial?
Publicado el 29/08/2025
La posibilidad de una nueva crisis económica y financiera en los EE.UU no es remota. Existen factores estructurales que pueden activarse a propósito de una mayor desconfianza, la explosión de burbujas en los precios de algunos activos y/o problemas de demanda efectiva como en oportunidades pasadas. A estas se suman los probables impactos de la nueva política arancelaria y sobre los inmigrantes que generarían fuertes disrupciones en las cadenas productivas internas e internacionales con los efectos inflacionarios y recesivos consiguientes.
Kenneth Rogoff, autor del artículo con el título de esta nota, nos señala que la próxima crisis ocurriría por los excesivos niveles de deuda estadounidense. Él es profesor de economía de la Universidad de Harvard y execonomista jefe del Fondo Monetario Internacional. El documento se publicó en la revista Foreign Affairs el 25 de agosto del 2025. Aunque su perspectiva es la de un economista ortodoxo resulta útil por plantear una circunstancia que nos afectaría a todos.
Idea clave
Rogoff señala que, con las tasas de interés a largo plazo en aumento, la deuda pública acercándose a su pico posterior a la Segunda Guerra Mundial, el creciente nerviosismo de los inversionistas extranjeros y la escasa disposición de los políticos a frenar el endeudamiento, la posibilidad de una crisis de deuda estadounidense ya no parece descabellada.
Las crisis de deuda y financieras suelen ocurrir precisamente cuando la situación fiscal de un país es precaria, sus tasas de interés son altas, y toma por sorpresa a los responsables políticos. EE.UU ya cumple con los tres primeros requisitos; solo falta la crisis. Incluso si el país evita una crisis de deuda total, una fuerte erosión de la confianza en su solvencia tendría profundas consecuencias.
Es urgente que los responsables políticos reconozcan cómo y por qué podrían desarrollarse estos escenarios y qué herramientas tiene el gobierno para responder a ellos. A largo plazo, una deuda severa o, más probablemente, una espiral inflacionaria podría llevar a la economía a una década perdida, debilitando drásticamente la posición del dólar como moneda global dominante y socavando el poder estadounidense.
Problemática
Rogoff comenta que el resto del mundo ha contemplado con asombro la capacidad de EE.UU para endeudarse y salir de sus problemas. Una y otra vez, tanto bajo administraciones demócratas como republicanas, el gobierno ha utilizado la deuda con mayor vigor que casi cualquier otro país para combatir guerras, recesiones globales, pandemias y crisis financieras. Sin embargo, Los últimos años han puesto en duda seriamente esas suposiciones.
Los mercados de bonos se han vuelto mucho menos sumisos, y los tipos de interés a largo plazo han subido drásticamente en los bonos a diez y treinta años. Para una deuda bruta de US$ 37 billones, cuando la tasa promedio pagada aumenta un uno por ciento, eso se traduce en US$ 370 mil millones más en pagos anuales y en 2024 pagó en total US$ 880 billones. Asimismo, para mayo de 2025 todas las principales agencias de calificación crediticia habían rebajado la deuda estadounidense.
Escepticismo global
El escepticismo sobre la seguridad de mantener deuda ha generado dudas similares sobre el dólar estadounidense. Asimismo, con EE.UU asumiendo niveles de deuda tan extraordinarios, el dólar ya no parece inexpugnable, sobre todo en medio de la incertidumbre sobre la política estadounidense. A corto plazo, los bancos centrales mundiales y los inversores extranjeros podrían decidir limitar sus tenencias totales de dólares estadounidenses.
A medio y largo plazo, el dólar podría perder cuota de mercado frente al yuan chino, el euro e incluso las criptomonedas. En cualquier caso, la demanda extranjera de deuda se reducirá, lo que ejercerá una mayor presión alcista sobre las tasas de interés estadounidenses y hará que la tarea de salir del abismo de la deuda sea aún más desalentadora.
Salidas insólitas
Rogoff recuerda que la administración Trump ya ha insinuado medidas drásticas para afrontar el aumento de los pagos de la deuda. En noviembre de 2024 el actual presidente del Consejo de Asesores Económicos de Trump sugirió que podría incumplir selectivamente sus pagos a los bancos centrales y tesoros extranjeros que poseen billones de dólares estadounidenses; lo cual ha inquietado a los inversionistas globales.
Otra propuesta fue una cláusula incorporada en el proyecto de ley de impuestos y gastos que habría otorgado al presidente la facultad discrecional de imponer un impuesto del 20% a determinados inversionistas extranjeros. Aunque esta disposición se eliminó del proyecto de ley final, sirve como advertencia de lo que podría ocurrir si el gobierno se ve sometido a presiones presupuestarias.
Origen y proyecciones
Para Rogoff es crucial que se comprenda que las políticas económicas de la administración Trump son un acelerador, y no la causa fundamental, del problema de la deuda. La historia reciente realmente comienza con el presidente Reagan en la década de 1980, una era de gasto deficitario en la que la relación deuda/PBI era aproximadamente un tercio de lo que es hoy.
Sin embargo, en su segundo mandato, Trump ha aceptado déficits igualmente grandes: del seis al siete por ciento del PBI para el resto de la década, según pronósticos independientes elaborados por la Oficina de Presupuesto del Congreso y el Comité para un Presupuesto Federal Responsable. Este último ha proyectado que, para 2054, la relación deuda/PBI alcanzará entre 172% y 190%.
¿Otra crisis?
El gobierno afirma que tales pronósticos son excesivamente pesimistas especialmente en las proyecciones de crecimiento económico y de las tasas de interés. Independientemente de cuándo y cómo se desarrolle la revolución de la IA, es posible que otra gran crisis económica esté a la vuelta de la esquina y las tasas de interés de largo plazo no bajarán tanto.
Durante la pandemia de la Covid-19, una breve recesión y la respuesta gubernamental a gran escala aumentaron la deuda aproximadamente equivalente al 15 % del PBI; en el caso de la crisis financiera mundial, la deuda añadida se acercó al 30 % del PBI. No es imposible suponer que otra crisis de magnitud —una ciberguerra o incluso un conflicto militar a gran escala, una catástrofe climática u otra crisis financiera o pandemia— se produciría en los próximos cinco a siete años.
Teorías equivocadas
De acuerdo con la línea ortodoxa de Rogoff, el fracaso de EE.UU para abordar su creciente problema de deuda se debe en parte a teorías económicas erróneas (o al menos exageradas) que se afianzaron durante las últimas dos décadas. En esa visión los periodos de mayor crecimiento económico servían para reducir los niveles de deuda.
Más recientemente, el exsecretario del Tesoro Summers postuló que las tasas de interés reales (ajustadas a la inflación) se mantendrían bajas indefinidamente debido a factores como la demografía adversa, el bajo crecimiento de la productividad y la demanda global crónicamente débil. Otros, como Krugman y Blanchard, sugirieron que el estancamiento secular tenía un lado positivo, ya que unas tasas bajas y estables permiten al gobierno aplicar la política fiscal de forma agresiva sin preocuparse demasiado por el costo.
Reversión de tasas
Rogoff plantea que algunos de los factores que contribuyeron a tasas de interés muy bajas todavía están presentes hoy, pero hay muchas razones para pensar que las tasas de interés a largo plazo se mantendrán más altas en el futuro. En primer lugar, la deuda pública está explotando a nivel mundial, lo que pone presión al alza sobre las tasas estadounidenses en un mundo de mercados de capital integrados. Por ejemplo, la relación deuda neta/PBI promedio para los países del G-7 ha crecido del 55 por ciento en 2006 al 95 por ciento con récords en Japón, Italia y Francia.
El voraz apetito de recursos de la IA, las guerras arancelarias y la fractura del comercio global (que obligan a las empresas a invertir en la relocalización con un endeudamiento masivo) y el creciente coste de la adaptación al cambio climático y la respuesta a los desastres climáticos impulsaría la elevación de las tasas de interés y de la deuda generando un riesgo real de que una nueva crisis económica pueda precipitar un colapso más amplio.
¿Cómo y cuándo la crisis?
En un escenario, el detonante sería un colapso de la confianza de los inversores en los bonos del Tesoro estadounidense, anota Rogoff. El creciente temor de los inversores sobre la seguridad de su dinero podría provocar un aumento gradual de los rendimientos de los bonos a lo largo de muchos meses o incluso años. Frente a esta situación habrá que ajustar las finanzas públicas; la otra sería declarar el impago de la deuda como aplicó el Pdte. Roosevelt en 1933.
Otra alternativa seria, según Rogoff, dado que EE.UU puede imprimir dólares en lugar de negarse a pagar su deuda, es utilizar la alta inflación para lograr un impago parcial. Por supuesto, la independencia de la FED supone un obstáculo significativo para esto, pero no insalvable en una verdadera crisis. Con la cooperación del Congreso, podría facultar al Tesoro para dictar el objetivo de la tasa de interés a corto plazo de la FED durante una emergencia nacional, incluyendo una crisis de deuda.
Otras opciones
La tercera opción para gestionar los efectos de la inflación es utilizarla en conjunción con la represión financiera. En esta estrategia, los gobiernos inyectan deuda pública en el sector financiero a través de bancos, fondos de pensiones y compañías de seguros, y el banco central suele comprar también cantidades masivas. Al crear un vasto mercado cautivo el gobierno puede reducir la tasa de interés que debe pagar y reducir significativamente las probabilidades de una fuga repentina de sus bonos.
La represión financiera es eficaz en un entorno de alta inflación, en el que, normalmente, los mercados impulsarían al alza los tipos de interés. Por otro lado, la represión afecta negativamente al crecimiento a largo plazo al absorber la financiación bancaria que podría estar destinada a las empresas innovadoras del sector privado.
Rogoff comenta que está surgiendo una nueva opción para afrontar el alto endeudamiento, cuyos costos y beneficios aún no se comprenden del todo. Se trata de una forma de criptomoneda denominada stablecoins en dólares. Sin embargo, no está claro si promoverá la estabilidad o la socavará, dada una serie de problemas no resueltos. Finalmente, está la opción de una moneda digital por parte de la FED para una deuda insostenible.
Fin del imperio
Rogoff señala que EE.UU se acerca al punto en que la deuda nacional podría socavar no solo la estabilidad económica del país, sino también los factores que sostienen su poder global. Asimismo, dada la trayectoria actual de los déficits, se ha vuelto mucho más difícil sostener la creencia de que, por muy elevada que sea la deuda estadounidense, no afectará la capacidad del país para combatir crisis financieras, pandemias, fenómenos climáticos y guerras; además que será un lastre para el crecimiento.
Es imposible predecir cómo y cuándo puede estallar un problema de deuda y cuáles serán sus consecuencias: austeridad insostenible, alta inflación, represión financiera, impago parcial o una combinación de estas. Hay razones de peso para suponer que la inflación tendrá un papel importante, como ocurrió durante la década de los setenta, finaliza Rogoff.