Hernán Amat Olazával y la memoria histórica.
Publicado el 09/11/2025
Hernán Amat Olazával ha fallecido, deja una valiosa obra que será revalorada por las generaciones del futuro. Biznieto del coronel Félix Olazával Romero, quien condujo el Batallón Huancané en el campo del Alto de La Alianza en 1879, contra Inglaterra teniendo como brazo armado a Chile. Hijo del músico Lizandro Amat Machicao, primo hermano de Carlos Oquendo de Amat, autor de los 5 metros de poemas y de Luzmila Olazával Angles, hermana de mi madre Leonor. Descendiente del virrey Manuel de Amat y Junniet, amante de La Perricholi, Micaela Villegas, sobrino del vanguardista poeta puneño. Descendiente directo de Silva, nombre que le puso el poeta Mariano Melgar a su prima, María Santos Corrales.

Un tema que entre otros mereció el análisis de Hernán Amat, fue la rebelión de Túpac Amaru del 4 de noviembre de 1780. «La gran rebelión -dice- sacudió prácticamente todas las comunidades del sur andino. No obstante que el núcleo central del movimiento se situó al sur de Ollantaytambo (Tinta, Acos, Sangarará, Acomayo, Quiquijana, Tungasuca, Surimana), los peruanos del Valle Sagrado tuvieron activa participación en el movimiento, gran parte de los pobladores hizo suyo el programa elaborado por Túpac Amaru para hacer frente a la opresión española.
Ese programa se podría sintetizar en tres puntos: Primero.- Cambios sustantivos en la estructura económica, eliminación de grandes haciendas, supresión de la mita, abolición de las alcabalas. Segundo.- Expulsión de los españoles del Perú, y rompimiento de todo tipo de dependencia de la corona española, para lo cual impulsó la inmediata supresión de corregimientos y repartos, la desaparición de la Audiencia y el regreso del virrey a la península ibérica. Tercero.- La restitución del imperio incaico, poniendo a su cabeza a los descendientes de la aristocracia incaica que aún vivían en varios ayllus del Cusco. en el Valle Sagrado, como los habitantes de los ayllus nobles del Calca, Yucay y Ollantaytambo. Reclamaba, además, la restauración del liderazgo de los curacas o nobles de privilegio.
La idea central de Túpac Amaru era unir a todos los peruanos en torno a la figura del Inca, como principio ordenador capaz de superar el caos o desconcierto generalizado desde los fatales días de la invasión española. Esta idea del líder de Tungasuca, Pampamarca y Surimana se fundó en la existencia de descendientes nobles residentes en los barrios del Cusco o en los pueblos de Yucay y Ollantaytambo, de los que se podía ver, reviviendo el viejo esplendor, en las fiestas y grandes celebraciones del tiempo colonial.
Túpac Amaru, como asiduo lector de los Comentarios Reales de los Incasde Garcilazo de la Vega, pensaba que podía restaurar la autoridad incaica, considerándose el descendiente legítimo capaz de restaurar el Tahuantinsuyo.
Los enfrentamientos entre las fuerzas de liberación nacional y los ejércitos realistas fueron sangrientos.
El 14 de mayo de 1781 fue dictada la bárbara sentencia «contra el hombre -dice Lewin- que después de siglos de sometimiento osó levantar el estandarte de rebelión caído de manos de sus antecesores» (Lewin, 1957: 476).
El visitador Areche pretendió extirpar todo vestigio de la cultura andina, y por orden de la corona española hizo requisar los ejemplares de los Comentarios Reales, prohibiendo terminantemente su lectura; asimismo, impuso modos de vivir hispánicos, pero no consiguió desarraigar el legado autónomo. La sentencia estremecedora se cumplió el 18 de mayo de 1781, fatídico día en que Areche dio inicio al bárbaro espectáculo diciendo: «Debo condenar y condeno a José Gabriel Túpac Amaru, a que sea sacado a la plaza principal de esta ciudad arrastrado hasta el lugar de suplicio, donde presencie la ejecución que se dieron a su mujer, Micaela Bastidas, sus hijos, Hipólito y Fernando, a su tío Francisco Túpac Amaru, a su cuñado, Antonio Bastidas, y otros, los cuales han de morir en el propio día, concluidos estas sentencias, se le cortará por el verdugo la lengua, y después amarrado por cada uno de los brazos y pies con cuerdas fuertes…que pendan las cinchas de cuatro caballos, de modo que quede dividido el cuerpo en otras cuatro partes...».
El principal responsable del espeluznante acto, es decir, el visitador José Antonio Areche, mostró sangre fría, cuando «muy de mañana confesó, y comulgó la sagrada hostia, por el alma de los que iban a ser justiciados» (Lewin, 1957: 478).
La derrota de Túpac Amaru fue fatal. La historia cambió de curso y no hemos sido capaces de superar los males de la colonia.Si hubiera triunfado Túpac Amaru, la capital hubiera sido el Cusco y muy diferente pudo haber sido la Historia del Perú. ¿Qué hubiera sucedido si Túpac Amaru triunfaba? El Perú hubiera sido otro, distinto, no hubiera sido una nación atrapada en la coloniedad. La capital hubiera sido el Cusco de una república andina. No hubiera habido Iglesias, Riva Agüeros, Piérolas, Prados, Arenas, Monteros, Belaundes, Élmores, Garcías, Humalas, Toledos, PPKs, Boluartes, etc. ¿Alguna vez habrá una revolución parecida a la de Tupac Amaru? Nunca se sabe, la historia no tiene leyes.