Hacia el 2026: derechos laborales en la Constitución o más explotación

Publicado el 23/12/2025

A fines de 2025, podemos confirmar lo que la clase trabajadora vive a diario: el modelo económico produce ganancias para el capital y precariedad para los trabajadores y sus familias; más del 70 % del empleo sigue siendo informal, las remuneraciones reales están estancadas y la riqueza se concentra obscenamente en manos de pocos, mientras el pueblo en general recibe miserias: se siente en las mesas de la gran mayoría de familias peruanas. 

La ofensiva antisindical se ha intensificado. Despidos arbitrarios, contratación temporal fraudulenta, regímenes laborales especiales recortados y persecución a dirigentes son parte del día a día, ante el silencio cómplice del Ejecutivo. Sin sindicatos fuertes, los salarios no suben y la productividad no se redistribuye.

Por eso, de cara al 2026, la discusión sobre el tema laboral debe ir al fondo: los derechos del trabajo deben estar blindados en la Constitución. Es indispensable consagrar la estabilidad laboral real, prohibiendo el despido arbitrario y restituyendo la reposición como regla. La contratación temporal debe ser causal y excepcional, no el mecanismo de precarización masiva que hoy condena a millones a la inestabilidad económica.

El Estado debe estar obligado a promover activamente la sindicalización y la negociación colectiva, otorgando fuerza vinculante a los convenios colectivos. La remuneración mínima vital (RMV) debe cubrir, como mínimo, la canasta básica familiar y revisarse periódicamente con criterios socioeconómicos obligatorios. La pensión mínima debe equipararse con la RMV.

Asimismo, urge una seguridad social previsional solidaria, pública y suficiente; también, el fin de los regímenes laborales promocionales arbitrarios y el derecho de todos los trabajadores a participar en las utilidades empresariales, sin exclusiones por tamaño de empresa.

Sin estos cambios estructurales, el 2026 será más de lo mismo: explotación, informalidad y desigualdad. Sin derechos laborales constitucionales no hay democracia ni justicia social. La dignidad del trabajo no se mendiga, se conquista con organización y lucha.