El fin del período de la “Anarquía Caviar” y el “Merinazo 2.0” como plan golpista para tumbarse al presidente José Jerí

Publicado el 12/10/2025

Hemos pasado por un periodo histórico que bien podríamos llamar «anarquía caviar»; una etapa que va del 2016 al 2025. Desde el final del gobierno de Humala y la asunción de PPK, pasando por Vizcarra y Sagasti, mediado por Merino, hasta hoy con José Jerí, luego del torpe intento de golpe de Estado de Castillo y la vacancia de Dina, el Perú ha sido un laboratorio de ingeniería política donde los operadores del gran capital financiero y la ideología globalista woke han hecho de las suyas. Resultado: ocho presidentes en menos de una década. Un récord patético que solo puede celebrar quien vive del caos.

Del mismo modo en que la caviarada con toda su maquinaria mediática manipuló a la población en 2020 para deponer a Merino luego de haber buscado un par de muertos para justificar su golpe político, ahora quieren hacer lo mismo con Jerí. La izquierda liberal políticamente indefinida ya está difundiendo la narrativa de que es un “Merino 2” y se viene el “Merinazo 2.0”, creando el caldo de cultivo perfecto para otra operación psicosocial que mantenga al país en perpetua agonía. ¿Su arma? Una investigación archivada por la Fiscalía por insuficiencia de pruebas:  las muestras biológicas encontradas en la denunciante no coinciden con el ADN de Jerí y, además, las características físicas del agresor tampoco coinciden. Nada más. Pero eso no importa cuando tienes tal maquinaria mediática dispuesta a crucificar a quien no se arrodille ante tu agenda.

Este periodo de caos caviar debe acabar con Jerí y purgar de una vez por todas la injerencia izquierdista liberal en el Estado peruano. Pero la mafia caviar se resiste a dejar el control profundo del Estado, intentando ahora por medio de sus influencers, propagandistas, periodistas e «intelectuales» azuzar a la población para vacar al flamante presidente interino.

¿Y por qué lo hacen? No por principios políticos claros ni por defender al pueblo trabajador. Lo hacen por moralismo abstracto, por poses éticas que se ajustan según convenga a sus intereses. Hoy Jerí es el villano porque no calza en su narrativa. Mañana será otro. El guión es siempre el mismo.

La pregunta incómoda es: ¿a quién beneficia esta inestabilidad permanente? A las ONGs financiadas por Washington, a los consultores que cobran millones por informes que nadie lee, a los académicos de élite que dan cátedras sobre «inclusión» mientras sus cuentas bancarias engordan. A ellos. Nunca al pueblo.

Porque seamos claros: a estos zurdos vulgares no les importa el peruano de a pie, al contrario: los ven con desprecio y sobre el hombro tildándolos de machistas-misóginos-homofóbicos y todo el paquete moralista. Les importa mantener sus privilegios disfrazados de progresismo. Su izquierdismo es pura fachada, un discurso bonito que esconde la realidad más vulgar: llenar sus bolsillos mientras el país arde. Por eso buscan crear caos sin importar la gente hasta que hagan caso a sus berrinches.

Los caviares han controlado el Estado desde hace más de dos décadas, anulando todo movimiento popular que busque un cambio real y revolucionario. Con sus ONGs, sus feministas y demás retrasados mentales, han armado un imperio de corrupción a favor del gran empresariado financiero, llegando a controlar la JNJ, la Fiscalía de la Nación y el Poder Judicial, viéndose ahora acorralados en este último luego de haber perdido los dos primeros.

Se debe acabar con este periodo de anarquía caviar que ha dado a 8 presidentes en casi 9 años. No se debe permitir que los izquierdistas liberales con su infantilismo vuelvan a poner a un presidente a su medida –sacrificando vidas inocentes– sacando a uno legítimo solo por su moralismo abstracto. Jerí se tiene que quedar hasta el 28 de julio de 2026, no por él, que muy santo tampoco es, sino por la estabilidad política que necesita ya de una vez el Perú.