El desprecio por el otro
Publicado el 28/12/2025
Anonimus: este colectivo de piratas del ciberespacio se ha hecho de fama por abrir archivos confidenciales exponiéndolos a la luz pública poniendo así en aprietos a muchos gobiernos. Sin compartir su propósito, el cual desconozco, quiero decir que me ha parecido desde siempre repugnante la figura del anonimato.
De un tiempo a esta parte y más con la popularización de las llamadas “redes sociales”, los anónimos han aparecido por miles. Realmente se reproducen como virus dando el nombre de “viral” al mayor rebote o número de visitas a sus comentarios, la mayoría de las veces insultantes, groseros, clasistas, discriminadores. Cobardía en la opinión sobre cualquier tema, refugiada ésta en pintorescos nombres “dayana69”, “cachinatuchina”, “mariogros”, “apachurre42” y así por el estilo. Hecho de veras preocupante toda vez que cuenta con el apoyo en la difusión de los llamados medios de comunicación. Así es en efecto leo y veo a diario, en los periódicos y en los noticiarios de televisión, como se reproducen estos cobardes comentarios con la descuidada complicidad, espero sea así, de los responsables de la edición: “divertidos memes” titula un diario (y pueden ser todos), para referirse al “bullyng” o apanado virtual a un personaje ya de la farándula ya de la política ya del futbol (al que todos los medios llaman deporte).
Hasta hace un tiempo se requería de nombre completo, DNI y dirección para publicar una carta en un medio de comunicación y, además, éste se reservaba el derecho a resumir el contenido por razones de espacio. No sé si sigue vigente este requisito pero si así fuera es risible que convivan los opinantes que dan la cara con los que la ocultan cobardemente.
Hacen mal nuestros legisladores (bueno pues, eso es lo que hacen), en no interesarse por ponerle freno al desenfreno, por disponer la obligación de firmar lo que se afirma sobre algo y especialmente sobre alguien, con nombre y apellidos, verificables claro está, y poner coto a esta barbarie por la que asoma lo peor de nosotros: el desprecio por el otro.
“Hasta hace un tiempo se requería de nombre completo, DNI y dirección para publicar una carta en un medio de comunicación.”