Contra la mitificación bolivariana: Una crítica necesaria al revisionismo indigenista
Publicado el 04/07/2025
CRÍTICA FILOSÓFICA
Contra la mitificación bolivariana: Una crítica necesaria al revisionismo indigenista
Ricardo Milla Toro
Director de Diario UNO
Hace poco leí un texto sobre el cambio de denominación de la plaza frente al Congreso de la República*. Dicho texto constituye –a mi juicio– un ejemplo paradigmático de las distorsiones ideológicas que han infectado el discurso político hispanoamericano contemporáneo. Su diatriba revela no solo una comprensión superficial de los procesos históricos, sino una peligrosa tendencia a la mitificación de figuras que, como Simón Bolívar, merecen un análisis más riguroso y menos condescendiente.
La glorificación acrítica de Bolívar que permea el referido texto exige una revisión sustancial. El llamado «Libertador» no fue el héroe inmaculado que presenta la hagiografía bolivariana, sino un personaje complejo cuya actuación en el Perú resultó profundamente problemática para la construcción nacional. Bolívar llegó al territorio peruano como un conquistador más, imponiendo su voluntad política mediante la fuerza y desarticulando los procesos locales de emancipación que ya se habían iniciado. Su proyecto político, fundamentalmente centralista y autoritario, contrastaba radicalmente con las tradiciones autonómicas que habían caracterizado la administración virreinal.
La tesis del autor se asienta sobre la «leyenda negra» antiespañola, lo cual revela una comprensión invertida de la realidad histórica. Los virreinatos americanos no constituían «colonias» en el sentido moderno del término, sino reinos integrados en la monarquía hispánica con amplios grados de autonomía local. In extremis, bajo la dinastía de los borbones, los reinos integrantes de la Monarquía Hispana empezaron a ser tratados a la inglesa: colonialmente –propio del absolutismo francés. Empero, bajo la dinastía Habsburgo el sistema de gobierno español reconocía y respetaba las autoridades indígenas tradicionales, incorporándolas al aparato administrativo virreinal. Esta estructura, producto de tres siglos de evolución institucional, fue brutalmente desmantelada por los «libertadores» que impusieron repúblicas artificiales y excluyentes.
Bolívar, lejos de ser el defensor de los pueblos originarios que presenta Varese, fue quien institucionalizó su exclusión política. Las constituciones bolivarianas establecieron requisitos de alfabetización y propiedad que marginaron sistemáticamente a las mayorías indígenas, mientras que el ordenamiento virreinal había garantizado su participación en el gobierno local a través de los cabildos y las autoridades étnicas reconocidas.
La fragmentación territorial que siguió a la independencia no fue casualidad, sino consecuencia directa del proyecto político bolivariano. Donde España había mantenido unidades administrativas coherentes y funcionales, Bolívar sembró la discordia creando repúblicas artificiales que han vivido en conflicto permanente. Su megalomanía personal destruyó la Gran Colombia y su autoritarismo sentó las bases del caudillismo militar que ha plagado la región durante dos siglos.
El paralelismo que establece el indigenismo entre la «ultraderecha» contemporánea y la oposición al bolivarianismo resulta particularmente perverso. La crítica a Bolívar no es patrimonio ideológico de ningún sector político, sino una necesidad histórica para comprender las raíces de nuestros problemas estructurales. Figuras como José de San Martín, quien propuso soluciones monárquicas constitucionales, demostraron mayor realismo político y respeto por las tradiciones locales.
La restauración del nombre «Plaza de la Constitución» ubicada en el frontis del Congreso de la República representa, en este contexto, no una capitulación ante intereses foráneos, sino la recuperación de una denominación histórica que precedió a la imposición bolivariana. La plaza fue originalmente bautizada así en 1822, y su renombramiento posterior como «Plaza Bolívar» constituyó una decisión política que careció de legitimidad histórica.
La construcción de una identidad nacional peruana sólida exige liberarse de los mitos importados y reconocer la continuidad histórica que une el presente con el pasado virreinal. Solo así podremos superar las fracturas artificiales que nos legó el proyecto bolivariano y construir una nación verdaderamente inclusiva y cohesionada.
Referencias
* Luis Varese, “Plaza Bolívar, para siempre”, 3 de julio de 2025, https://grupoemancipador.com/plaza-bolivar-para-siempre/