Conflicto sin razón
Publicado el 13/08/2025
En los últimos días, todos los sectores políticos locales, salvo una que otra personalidad desequilibrada, coincidieron en rechazar las declaraciones del presidente de Colombia, Gustavo Petro, quien desconoció la soberanía peruana sobre la localidad de Santa Rosa, ubicada en Loreto, dentro del paisaje amazónico. En palabras de varios analistas, el viejo recurso del enemigo externo surge cuando los problemas internos abruman.
Lo cierto es que, a pocas horas de confirmarse el lamentable fallecimiento del exsenador y exprecandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, el país cafetero sigue sin poder desprenderse de la violencia que rige su territorio por tantos años. Las tensiones ahora involucran el marco diplomático, en una movida desesperada por tratar de hallar un respiro, convocando a un falso patriotismo que pretende adjudicarse lo ajeno, entre tanto sofocamiento.
Los vuelos no autorizados en nuestro espacio aéreo y los izamientos de bandera foránea deben ser contenidos por un firme Estado peruano, el cual tiene la gran oportunidad de reconectarse con su pueblo. Es sabido que la autoridad central sume en abandono a la plaza en mención, pese a las muestras de identidad nacional que manifiestan nuestros compatriotas.
A partir de este suceso, desde el Municipio de Lima, juegan con las condecoraciones y llaves de la ciudad, tanto de un bando como de otro. La actual gestión anunció con retirar el reconocimiento que Susana Villarán hizo al entonces alcalde de Bogotá (2012). No obstante, se pretende distinguir a un mal argentino, aliado del sionismo genocida que mancilla la dignidad del pueblo palestino. Dejen de ahogar a la capital en sus caprichos ideológicos. Esas medallas, sin sesgos, deben otorgarse a personas de bien, como nuestros hermanos de Santa Rosa, quienes, pese a la ausencia del Estado, exhalan peruanidad.Tampoco confundamos la desfachatez de un mandatario, con la rivalidad entre poblaciones cercanas y fraternas. En todo caso, solidaricémonos con esa nación urgida de paz, a través de nuestras oraciones.