Campaña electoral en tiempos de IA

Publicado el 28/10/2025

Es válido que diversos analistas se pregunten qué dirección tomará el país en un contexto global cada vez más polarizado. ¿Seguiremos la corriente de la derecha, como Milei en Argentina, Novoa en Ecuador o Bukele en El Salvador, o nos inclinaremos hacia las izquierdas de Lula, Petro o Boric?

Sin embargo, antes de que se defina el proceso electoral conviene mirar el desarrollo del propio proceso: la campaña. En esa línea, el dilema de la próxima elección podría ser cómo preservar la transparencia democrática en tiempos en que la comunicación tecnológica puede fabricar realidades alternas.

Las campañas electorales no solo se disputarán en mítines y debates televisivos, sino en pantallas más pequeñas, algoritmos y simulaciones. Las herramientas de inteligencia artificial (IA) ofrecen posibilidades inéditas para conocer, segmentar y persuadir al electorado. Pero esa misma capacidad para crear mensajes personalizados y emociones programadas puede derivar en una manipulación sofisticada y difícil de detectar.

El caso reciente de Bolivia es un ejemplo elocuente. 

En las elecciones que llevaron a Rodrigo Paz a la presidencia en segunda vuelta, la IA tuvo un papel decisivo. Según el Observatorio Bolivia Verifica Elecciones, el 38 % de los contenidos políticos difundidos durante la campaña fueron producidos o alterados mediante inteligencia artificial. De ellos, más del 60 % contenía afirmaciones falsas o manipuladas, y un 22 % correspondía a videos deepfake en los que se falsificaba la voz o el rostro de los candidatos.

Esta experiencia debería servir de advertencia para el Perú.

Si bien el uso del análisis de datos y la comunicación digital ya es habitual en las campañas modernas, la irrupción de la IA marca un punto de inflexión ético y político. Los votantes peruanos no solo deberán decidir entre programas de gobierno o ideologías, sino entre verdades y falsificaciones cuidadosamente producidas.

Los organismos electorales y los medios de comunicación enfrentarán el desafío de distinguir entre información legítima y contenido manipulado. Para estas elecciones, el JNE prevé un aumento de contenidos fabricados con IA, campañas coordinadas de trolls, ataques a instituciones electorales, estrategias de deslegitimación impulsadas por bots y agresiones dirigidas contra los candidatos. El Comité de Fact Checking del JNE ha detectado hasta el momento 2,500 menciones falsas o engañosas y ha emitido 147 alertas de desinformación desde el inicio del periodo electoral.

En este contexto, los Observatorios de Desinformación formados por universidades, gremios periodísticos o instituciones de la sociedad civil deben convertirse en una herramienta permanente de verificación. Su propósito no solo debe ser identificar una noticia falsa, sino educar al ciudadano para que reconozca por sí mismo las señales de lo apócrifo.

La historia demuestra que cada avance tecnológico transforma la política. La imprenta amplió el debate público; la televisión moldeó el liderazgo carismático. Hoy sabemos que las redes sociales democratizaron la voz ciudadana, pero también la distorsionaron. La inteligencia artificial es el siguiente capítulo de esa relación entre tecnología y poder.

¿Seremos capaces de distinguir lo real de lo fabricado? La IA puede ser una aliada formidable si se usa con ética, pero también una amenaza si distorsiona la deliberación democrática. Es posible mitigar los efectos de la manipulación digital, siempre que exista cooperación entre medios, academia y Estado. Solo así el voto seguirá siendo un acto libre, informado y auténtico.