Boluarte no lee bien la realidad del Perú
Publicado el 02/08/2025
El mensaje presidencial del 28 de julio confirmó lo que el país ya sabía: Dina Boluarte no gobierna para el pueblo. Fue un discurso triunfalista y alejado de la realidad, extenso y autocomplaciente, pronunciado ante un Congreso semivacío y sostenido por una portátil de ministros y familiares. Muchos analistas lo calificaron como carente de contenido sustancial, tan endeble como su legitimidad y aburrido hasta el cansancio.
El discurso triunfalista se desmiente ante la pobreza y la informalidad laboral en aumento, más de cinco muertes violentas al día, y beneficios fiscales a grandes empresas en desmedro de los trabajadores. Se suman anuncios de obras que ya se prometieron en 2024 y hasta la fecha no se cumplen, entre otros. Por si fuera poco, el “shock desregulatorio” de Boluarte posibilita el desconocimiento de derechos laborales y sindicales conquistados en años de lucha.
Su cinismo es grotesco: recibe mensualmente una tarjeta de alimentos de 5000 soles, mientras niega el vale de soporte nutricional a trabajadores de salud. Promete seguridad, pero el crimen avanza, la Policía está desbordada y penetrada por la corrupción, y no hay justicia para los más de 50 peruanos asesinados en protestas bajo su mandato. En este punto, la falta de un ‘mea culpa’ y de empatía con el dolor de las víctimas es flagrante, insistiendo en un discurso que criminaliza la protesta en lugar de asumir la responsabilidad política. La presidenta no tiene una buena lectura de la realidad del Perú.
No hay descentralización real ni inversión productiva ni justicia social. Solo propaganda vacía que evidencia una total carencia de liderazgo y visión de futuro. Se apropia de logros ajenos, promete inversiones fantasmas y lanza declaraciones bochornosas sobre otros países, como el caso de Bolivia, violando principios de soberanía. Su mensaje, en lugar de unir, mantuvo un tono confrontacional y polarizante que solo contribuye al profundo desgaste de su figura presidencial.