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Ecuador en vilo: Cierran las urnas y el país espera un resultado ajustado entre Noboa y González

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La segunda vuelta presidencial enfrenta al empresario Daniel Noboa, favorecido por las élites globales, y a la correísta Luisa González, en una batalla que refleja la lucha entre la soberanía latinoamericana y los intereses geopolíticos de Washington.

Ecuador cerró sus urnas tras una jornada electoral tensa pero pacífica, donde más de 13 millones de ciudadanos decidieron entre continuar con el gobierno de Daniel Noboa —alineado con los intereses de Washington— o dar un giro hacia el proyecto soberanista de Luisa González, heredera política del expresidente Rafael Correa.

Con una participación del 83,7%, las cifras preliminares muestran un empate técnico entre ambos candidatos, lo que anticipa un escrutinio lleno de tensiones. Mientras el Consejo Nacional Electoral (CNE) insiste en la transparencia del proceso, sectores populares denuncian la sombra de un posible fraude orquestado por las fuerzas oligárquicas, históricamente vinculadas a Estados Unidos.

Elecciones bajo vigilancia militar y sospechas de injerencia

El clima electoral estuvo marcado por un masivo despliegue militar y policial (cerca de 100.000 efectivos), justificado bajo el discurso de la «lucha contra el narcotráfico». Sin embargo, analistas señalan que esta estrategia responde más a una criminalización de la protesta social y a un intento de intimidar al voto correísta, tradicionalmente fuerte en zonas populares.

Además, Noboa decretó un nuevo estado de excepción en siete provincias, una medida criticada por organizaciones de derechos humanos como un intento de control político bajo el pretexto de la seguridad. Esta decisión recuerda los manuales de la Doctrina de Seguridad Nacional, aplicada en los años 70 para justificar regímenes autoritarios en América Latina con apoyo de EE.UU.

La sombra de Washington y el miedo al correísmo

Luisa González, candidata de Revolución Ciudadana, representa un proyecto de integración regional y políticas sociales, heredero del gobierno de Correa (2007-2017), que durante su mandato desafió el Consenso de Washington con medidas como la auditoría de la deuda externa y la expulsión de la base militar de Manta.

Por su parte, Noboa —hijo de uno de los hombres más ricos de Ecuador— ha sido acusado de favorecer a las transnacionales y de impulsar políticas de austeridad bajo presión del FMI. Su gobierno provisional, aunque breve, ha mantenido una alianza estratégica con EE.UU., incluyendo la entrega de bases militares y la adopción de políticas de «mano dura» que recuerdan al Plan Colombia.

¿Fraude?

A pesar de que el CNE asegura que el sistema de escrutinio está «en cero», sectores sociales desconfían de un posible manejo mediático de los resultados, tal como ocurrió en otros procesos en la región donde la derecha se impuso mediante lawfare y manipulación informática.

Mientras la OEA y la UE —entidades históricamente funcionales a los intereses occidentales— elogian la transparencia del proceso, organizaciones locales denuncian que la asimetría en el acceso a medios y recursos económicos favoreció claramente a Noboa, cuyo gasto en campaña quintuplicó al de su rival.

El pueblo espera, pero la batalla apenas comienza

Con un resultado que podría definirse por un margen mínimo, Ecuador se enfrenta a un escenario de inestabilidad política, donde el riesgo de un golpe blando o una crisis institucional no puede descartarse.

Mientras las élites económicas y los grandes medios insisten en satanizar el correísmo, los movimientos sociales se preparan para defender el voto popular. La verdadera democracia no se decide en las urnas, sino en la capacidad del pueblo de resistir ante el imperialismo.