En otro lenguaje
Por: Jaime Asián Domínguez (*)
“Finalizamos el sábado 07 de septiembre con 0 homicidios en el país”. Así da cuenta a diario la Policía Nacional Civil de El Salvador, posteo que es retuiteado con orgullo por el presidente Nayib Bukele, en ocasiones acompañado por un: “Gracias a Dios”. ¿Cómo se llama eso? Acción policial, trabajo articulado con el gobierno y comunicación oportuna para que el pueblo salvadoreño esté enterado de que la seguridad ciudadana deja de ser una quimera cuando de por medio existe liderazgo funcional.
O sea, la noticia de todos los días en El Salvador es el logro continuo de la PNC; no la vinculación del ministro del Interior con graves denuncias, el abucheo a las autoridades porque no mueven un dedo frente a la inexorable proliferación de todas las modalidades del delito, un sinvergüenza “mochasueldo” que se va de robo con la remuneración de sus trabajadores, o el maltrato (y hasta denuncias) a los periodistas que lanzan las preguntas correctas para destapar la corrupción, como ocurre lamentablemente en el Perú.
En nuestro país todo está por hacerse de cara a la tranquilidad de la gente y se maquilla la terrible situación de violencia con estados de emergencia que no sirven para nada. “Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces, entonces estás peor que antes”, según Confucio. Tal cual. Cada vez estamos peor. Un victorioso Juan José Santiváñez aseguraba que la percepción de inseguridad se había reducido entre 5% y 6% en Lima y Callao, sin embargo, el informe anual elaborado por el INEI lo sacó al fresco: se incrementó de 82.6 a 86.1%. Conclusión, cero balas, cero puntos.
Aquí mismo hemos expresado nuestros reparos a la política de seguridad de Bukele y seguramente la historia de su pueblo lo juzgará, para bien o para mal; no obstante, algo es cierto: ha tenido los cojones para agarrar de las orejas a las bandas criminales que ya se habían adueñado de todas las calles. Y por eso El Salvador lo reelige y lo aplaude, no osa lanzarle orines, huevazos o piedras, como ya es habitual con nuestras autoridades. Escrito está que, a veces, el pecado es la entrada al paraíso.
(*) Analista político y consultor de contenidos
“Algo es cierto: ha tenido los cojones para agarrar de las orejas a las bandas criminales que ya se habían adueñado de todas las calles”.