Conozca la historia del neuropediatra conocido como el “papá de todos los niños”, que venció al cáncer dos veces, y de un administrativo que vela por el patrimonio del centro pediátrico
Vocación, pasión, valentía, entrega, comprometidos, cariñosos, solidarios y abnegados, son algunas de las cualidades de los padres de familia que laboran en el Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) que, pese a las adversidades que se les presenta en lo personal, sacan fuerzas para salir adelante y continuar con su labor en la recuperación de miles de los pacientes niños y adolescentes.
En esta nota conozca la historia de tres servidores que representan a los padres de la institución; entre ellos, un Técnico en Enfermería que venció al cáncer dos veces. Su hija ha sido su único motor y motivo para vivir.
En el INSN cada recurso humano es fundamental para brindar la atención integral a los pacientes que día a día llegan hasta el centro pediátrico.
Desde los vigilantes, que son el primer contacto con el público, pasando por los que laboran en el área de las historias clínicas que envían los documentos a los consultorios, los de admisión que entregan citas, los cajeros, el contador, el jardinero, economistas, mantenimiento, operarios de limpieza, el personal asistencial como los nutricionistas, químicos farmacéuticos, laboratoristas, Técnicos en Enfermería, licenciados en Enfermería, y hasta médicos.
Cada uno de ellos madruga para ponerse al servicio de los usuarios desde las 6:00 a.m. y en cada minuto que pasa entregan su vida porque son conscientes que de ellos depende la vida de los pacientes que son los más vulnerables.
Esos varones, en su mayoría son padres de familia, que tras cumplir con su labor retornan cansados a sus hogares, pero a la vez felices del deber cumplido y se duplica porque se reúnen con los suyos.
“Todos los pacientes son mis hijos”
El neurólogo pediatra, Dr. César Augusto Soto Sáenz, del Servicio de Neuropediatría, es muy querido por los niños y sus familiares de estos, y muy apreciado por las enfermeras debido a su enorme paciencia, dedicación y cariño con cada uno de sus pacientes.
Tiene una voz muy suave y se toma todo el tiempo del mundo para responder cada consulta que le hacen las madres de los niños hospitalizados. “Realmente trata a cada uno como si fueran sus propios hijos”, asegura una de las enfermeras.
El Dr. Soto, padre de dos menores, es natural de Huancayo. Sus padres eran profesores y sus cinco hermanos siguieron los pasos de estos. “Desde niño, en los almuerzos que teníamos hablaban de la problemática del aprendizaje y el estado de salud de los niños y esto último me motivó a seguir la línea de velar por el cuidado de los chicos desde el punto de vista de la salud”, recuerda.
Se especializó en neuropediatría, “porque me cautivó el hecho de que el sistema nervioso es muy complejo”, asegura.
El especialista señala que no es fácil informar a la familia del diagnóstico del paciente. “Hay situaciones muy desalentadoras para nosotros y nos tocamos con pacientes en los cuales no tenemos alguna alternativa para curarlos y nos queda el hecho de darles consuelo, que en gran parte son neurológicos, pero lamentablemente van a generar una discapacidad neurológica y lo que queda es el apoyo emotivo, espiritual a los padres”, sostiene.
Le comentamos que todos le tienen un gran cariño y que trata a cada niño como si fuera su hijo y nos responde con una gran sonrisa: “todos los pacientes son mis hijos. Los que están hospitalizados son los primeros a quienes visito. Vivo pendiente de cada uno y me hacen sentir que son mi familia”, afirma.
Para el Dr. Soto, el significado de padre es un “privilegio” que Dios nos otorga a los varones y ese ser engendrado es un proyecto de vida al que hay que amar, cuidar.
“Me aferré a la vida, mi hija fue mi motor y motivo”
El Técnico en Enfermería, Christian Percy Carranza Silva, y pertenece a la Unidad de Ambulancia del Servicio de Emergencia. Labora desde hace 24 años en el INSN y tiene una hija de 21 años.
Él es testimonio de vida: venció el cáncer dos veces. A los 18 años le diagnosticaron cáncer en uno de sus testículos y 20 años después cáncer en los intestinos. En ambos casos los enfrentó con mucha valentía.
Carranza siempre lo tuvo claro que quería dedicarse a atender personas, a ayudarlos. Estudió Técnico en Enfermería y también ingresó a la Facultad de Medicina. Tuvo que dejar la carrera de medicina porque le diagnosticaron cáncer.
Tras vencer dicha enfermedad pudo concluir enfermería. Cuando ya laboraba en el INSN nuevamente le diagnosticaron cáncer. Ya en ese tiempo tenía a la niña de sus ojos y por ella no se dejó vencer.
“Me aferré a la vida. No me voy a vencer, voy a luchar hasta el final. Mi hija fue mi motor y motivo. Quería disfrutar con ella de cada paso en su vida y ahora, gracias a Dios, estoy curado, de alta, y vivo para mi hija”, manifiesta muy emocionado Carranza Silva.
Tras la experiencia que vivió, resalta que no todo es lo material en la vida. “Yo puedo vivir y tener muchas cosas, lograr muchas cosas, pero no todos tienen, por ejemplo, una familia propia y que en mi caso yo soy papá y pueda disfrutar esa paternidad. Si bien mi trabajo es muy sacrificado, el tiempo que me queda libre solo se lo dedico a mi familia. Y debo decir que, si bien no he tenido más hijos, mi carrera me ha dado muchos hijos adoptivos en el hospital”, sentenció.
“Si soy un buen padre, es porque el mío fue así”
Andrés Avelino Acuña Llaja, quien el 29 de junio cumplirá 58 años, labora en la Unidad de Patrimonio. Es padre de dos hijos, de 23 y 25 años. Está casado con una Licenciada en Enfermería y labora hace 36 años en el INSN.
Es una persona muy sensible y sus compañeros lo catalogan como un ejemplo de padre de familia. No se le pierde ningún objeto que debe estar bien registrado para rendir cuentas que va desde una silla hasta un equipo médico de alta generación.
“Mis hijos han pasado por la Cuna Jardín del INSN. Junto a mi esposa los traíamos temprano y se quedaban ahí hasta la hora que nos tocaba regresar. Cargando mochilas. Ahora ya son profesionales”, nos cuenta.
Acuña Llaja empezó laborando en el área de la cocina en nutrición y actualmente está en la Unidad de Patrimonio. Estuvo estudiando la carrera de Administración, pero lo dejó. Luego estudió Derecho, pero la universidad fue cerrada por la Sunedu.
Para poder darle educación superior a sus hijos ha tenido que trabajar en sus horas de descanso en diversos oficios y seguirá trabajando hasta que Dios le permita con buena salud.
Don Acuña se pone muy sensible al recordar a su padre, pues lo perdió hace unos años, pero aún no asimila su partida, y “si soy un buen padre, es porque el mío fue así y solo he seguido su ejemplo”, nos dice.