Editorial
¿Gobierno sin oxígeno?

Al parecer la pandemia de Covid-19 está dejando sin oxígeno al Gobierno, pues el Ejecutivo está reaccionando algo tarde. Ha dicho la presidenta del Consejo de Ministros, Violeta Bermúdez, que aún se está coordinando con las autoridades regionales para vver qué provincias de los departamentos afectados están en una situación más crítica que amerite medidas restrictivas. Sin embargo, el virus no da tanto tiempo, menos aún la variante británica, que según ha alertado el primer ministro de ese país, Boris Johnson, podría estar asociada a una mayor mortalidad.
Entendemos que el Gobierno quiera evitar paralizaciones inútiles de nuestra economía, sobre todo en un momento como el que estamos atravesando en que no solamente el Perú, sino que toda la región ha sufrido una reducción importante en el volumen del intercambio comercial. No obstante, se requiere de reacciones más rápidas para evitar un incremento exponencial de los casos de coronavirus, máxime cuando ahora la pandemia afecta en mayor medida a los adolescentes e inclusive a niños. Es un virus que no da tregua y no descansa. Las autoridades tampoco pueden darse el lujo de esperar mucho tiempo para actuar.
Pero lo más importante, es que en estos momentos el Gobierno disponga de mayores recursos para el sector salud, de tal manera que se pueda contratar médicos intensivistas y técnicos especializados en atención a pacientes de las unidades de cuidados intensivos. No se trata pues de pedir compras de equipos sin tener quien pueda atenderlos. Es necesario incrementar el número de profesionales de la salud para la atención a los pacientes Covid, pero de igual manera ya hay que ir buscando el personal necesario para la vacunación masiva desde el primer momento en que lleguen las dosis adquiridas.
Sorprende, también, que Lima, siendo la capital y con una población que representa casi un tercio del total nacional ya no cuente con camas UCI y que haya regiones como Huánuco que se hayan quedado sin oxígeno cuando era muy simple haber dotado a todos los hospitales de plantas que aseguren ese vital insumo médico. Tiempo de sobra hubo para hacerlo, pero faltó la decisión política para prever todos esos equipos que ahora hacen falta en los hospitales.
Editorial
Vacunación a paso de tortuga

Un nuevo horario de toque de queda estableció el Gobierno para las provincias con nivel de riesgo extremo, el mismo que regirá desde las 21:00 hasta las 04.00 horas del día siguiente y la inmovilización social obligatoria será solo los días domingo. A manera de justificación, ha dicho la jefa del Gabinete Ministerial, Violeta Bermudez, que se nota una leve desaceleración en el contagio y el número de fallecidos por coronavirus. Sin embargo, el exministro Abel Salinas discrepa y dice que la cuarentena debería de continuar.
Las opiniones están divididas, pues muchos temen que se incremente el número de contagios, justamente ahora que no hay camas UCI y escasea el oxígeno medicinal, mientras que otros sostienen que las medidas no tienen razón de ser porque no han dado los resultados que se esperaban. En fin, todo es según el cristal con que se mira; en todo caso, no se trata de horas más ni de horas menos de toque de queda, lo importante es la responsabilidad con la que asuma la población las recomendaciones sanitarias.
Desde esta columna, hacemos un llamado a todos los ciudadanos para que no abandonen las medidas de bioseguridad, aun cuando ya hayan recibido la primera dosis de la vacuna contra el Covid-19, pues la protección que brindan no es inmediata y se debe esperar recibir la dosis de refuerzo para comenzar a tener inmunidad. Tampoco es al 100 por ciento como ya lo han advertido los médicos, pero es importante estar vacunado.
No obstante, algunas personas tendremos que esperar varias semanas antes que nos toque recibir la vacuna. Lo importante es observar las medidas de bioseguridad como usar mascarillas (si es posible doble) para salir a la calle, y además el protector facial cuando se aborda unidades del servicio de transporte público masivo. Se debe evitar las aglomeraciones y hay que mantener una distancia prudencial entre persona y persona (de 1.5 a 2 metros). Solo así podremos estar a salvo de contraer el virus, mientras que el Gobierno acelera el proceso de vacunación que por ahora va a paso muy lento.
Editorial
Hasta cuándo no aprendemos

El presidente Francisco Sagasti ha dicho que poco a poco y de manera segura se está cerrando la brecha de falta de oxígeno en el país para atender los casos del covid-19. Al parecer, el Gobierno confunde lo que es un paliativo con lo que debería ser una solución definitiva. Las donaciones se terminan en algún momento o hay que pagarlas a un precio mucho más alto de lo que pudo haber significado una inversión para dotar a los hospitales del Minsa de plantas de oxígeno propias.
Es bueno saber que la empresa privada no le está sacando el cuerpo a su responsabilidad social, pero el jefe de Estado debe de aprovechar este momento tan doloroso que nos ha traído la pandemia de Covid-19 para poner en valor a los hospitales públicos. En Europa ya se habla de tercera ola, cosa que en ningún lugar del mundo se puede descartar. Por ello, se debería sacar provecho de una mala experiencia para modernizar nuestro precario sistema de salud. Desde la llegada de la primera ola se ha debido aprender la lección.
El Estado no puede ponerse de costado y dejar que la empresa privada se encargue de todo. Eso nos lo ha enseñado la pandemia. El Estado no debe renunciar a hacerse cargo de la salud, la educación y la infraestructura porque después ocurre lo que nos ha pasado con ese virus microscópico que ha sido capaz de hacer colapsar todos los hospitales. La lección es que debemos de estar preparados y eso significa dotar de plantas de oxígeno a los hospitales del ministerio de Salud. Esos equipos son tan necesarios como lo son los generadores eléctricos para las salas de operaciones.
Si el Gobierno cree que pasando la segunda ola ya estamos a salvo, está equivocado. El Covid-19 es producido por un virus nuevo y por lo tanto desconocido, por lo que no sabemos cómo va a reaccionar, cuántas mutaciones puede presentar y de qué manera podremos darle la estocada final. El propio presidente Sagasti ha reconocido que el Gobierno esperaba que se duplique la demanda de oxígeno, pero que en vez de ello se triplicó; entonces hay que estar prevenidos y la solución no es importar porque estamos hablando de un insumo médico que se requiere con urgencia, con la misma urgencia que deben actuar nuestras autoridades sanitarias.
Editorial
A tomar decisiones

Es innegable que la pandemia de Covid-19 ha dejado en estado crítico a nuestro precario sistema de salud. Ha desnudado las graves fallas de los sucesivos gobiernos que han desatendido este importante sector. Tanto en Iquitos como en Lima y Callao se constata la crisis generada por la escasez de oxígeno. Cientos de personas endeudadas hasta el cuello hacen cola durante más de una semana por un balón de ese insumo que es lo únicom que puede evitar que su familiar enfermo se asfiexie. El Gobierno ya no puede mirar de costado este drama que todos los días padecen cientos de familias.
Cientos de personas hacen cola a sabiendas que solo atenderán 40 recargas. Muchos de los que están en la fila llevan más de una semana en ese suplicio y hay quienes abandonan la fila cuando les vienen a avisar que su paciente falleció. Desde que se declaró el primer caso del Covid-19 en el Perú, desde que apareció el paciente cero ya ha transcurrido casi un año, solo faltan 11 días, pero en los hospitales públicos sigue escaseando el oxígeno medicinal. Así como se exige que los nosocomios cuenten con grupo electógeno también debería exigirse que estén equipados con plantas de oxígeno.
Sin embargo, otro gran problema es que las camas UCI ya están copadas y los infectados por el virus ya no son admitidos en los hospitales públicos, se les envía de regreso a sus casas y la familia tiene que endeudarse hasta el cuello para adquirir balones de oxígeno, manómetros y todo el equipo necesario, además de tener que hacer colas por varios días; en algunos casos, más de una semana por una recarga que durará menos de un día. ¿Puede el Ejecutivo permanecer sin hacer nada abte esta dramática situación? No, claro que no y la respuesta tiene que ser rápida.
Esta situación no solo se vive en Lima y Callao, pues también ocurre en Iquitos. En la última semana se ha reportado la muerte de 7.493 personas a causa del nuevo coronavirus y el 30% de esos pacientes han fallecido en su casa; es decir que alrededor de 380 personas por día fallecen por la pandemia en su casa, según ha explicado el analista de datos Rodrigo Parra. Señor ministro de Salud, es hora de tomar decisiones.
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