Editorial
Derrotar al Covid-19 depende de nosotros

Ya están en vigencia las nuevas medidas sanitarias dispuestas por el Gobierno para frenar el avance de la pandemia de Covid-19 que se está propagando silenciosamente en diferentes regiones del país. Para ello, las autoridades sanitarias han establecido tres niveles con la finalidad de no confinar innecesariamente todas las regiones, debido a los problemas que ello podría conllevar para la economía nacional, que dicho sea de paso no se encuentra en muy buen pie; por el contrario, ha sido impactada por los efectos del virus tanto en el frente interno como en el externo.
En el nivel moderado se encuentran regiones como Amazonas, Ayacucho, Huancavelica, Loreto, San Martín y Ucayali. Los aforos para esos lugares son del 40% en gimnasio y cultura, 50% tiendas y 60% en los restaurantes. El toque de queda continúa de 11pm a 4 am En el nivel alto figuran Arequipa, Apurímac, Cajamarca, Callao, Cusco, Huánuco, La Libertad, Lima Metropolitana, Madre de Dios, Moquegua, Pasco, Puno y Tumbes. En este caso, los aforos son algo más reducidos, 30% gimnasio y cultura, 40% tiendas y 50% restaurantes. No se puede sacar vehículo particular los domingos y el toque de queda se amplía de 9pm a 4 am.
El último nivel “muy alto” comprende las regiones de Áncash, Ica, Junín, Lambayeque, Lima Región, Piura y Tacna. Los aforos son de 20% para gimnasios y cultura, 30% tiendas y 40% restaurantes. Los domingos hay restricción de tránsito vehicular y peatonal. El toque de queda rige de 7 de la noche hasta las 4 de la mañana. Estas medidas, según ha anunciado el Gobierno, serán evaluadas a fin de mes; es decir, a los 15 días de haber entrado en vigor. Si tienen que relajarse o endurecerse ya depende de todos los ciudadanos porque si la propagación del Covid-19 continúa serán más drásticas, algo que nadie desea porque todos queremos trabajar, estudiar o seguir con nuestras actividades habituales.
Una cosa si es necesaria, observar todas las medidas de bioseguridad que ya conocemos, como mantener distancia física de dos metros entre persona y persona, usar correctamente y en forma obligatoria la mascarilla y el protector facial para salir a la calles, lavarnos las manos frecuentemente con agua y jabón y finalmente, no ingresar a lugares cerrados donde haya aglomeraciones. Si cumplimos con esas prácticas normas de seguro que haremos retroceder al coronavirus,; de lo contrario, comenzaremos a ver servicios colapsados en los hospitales, gente muriendo sin atención médica y hogares destruidos por la falta de recursos económicos. De nosotros depende.
Editorial
Vacunación a paso de tortuga

Un nuevo horario de toque de queda estableció el Gobierno para las provincias con nivel de riesgo extremo, el mismo que regirá desde las 21:00 hasta las 04.00 horas del día siguiente y la inmovilización social obligatoria será solo los días domingo. A manera de justificación, ha dicho la jefa del Gabinete Ministerial, Violeta Bermudez, que se nota una leve desaceleración en el contagio y el número de fallecidos por coronavirus. Sin embargo, el exministro Abel Salinas discrepa y dice que la cuarentena debería de continuar.
Las opiniones están divididas, pues muchos temen que se incremente el número de contagios, justamente ahora que no hay camas UCI y escasea el oxígeno medicinal, mientras que otros sostienen que las medidas no tienen razón de ser porque no han dado los resultados que se esperaban. En fin, todo es según el cristal con que se mira; en todo caso, no se trata de horas más ni de horas menos de toque de queda, lo importante es la responsabilidad con la que asuma la población las recomendaciones sanitarias.
Desde esta columna, hacemos un llamado a todos los ciudadanos para que no abandonen las medidas de bioseguridad, aun cuando ya hayan recibido la primera dosis de la vacuna contra el Covid-19, pues la protección que brindan no es inmediata y se debe esperar recibir la dosis de refuerzo para comenzar a tener inmunidad. Tampoco es al 100 por ciento como ya lo han advertido los médicos, pero es importante estar vacunado.
No obstante, algunas personas tendremos que esperar varias semanas antes que nos toque recibir la vacuna. Lo importante es observar las medidas de bioseguridad como usar mascarillas (si es posible doble) para salir a la calle, y además el protector facial cuando se aborda unidades del servicio de transporte público masivo. Se debe evitar las aglomeraciones y hay que mantener una distancia prudencial entre persona y persona (de 1.5 a 2 metros). Solo así podremos estar a salvo de contraer el virus, mientras que el Gobierno acelera el proceso de vacunación que por ahora va a paso muy lento.
Editorial
Hasta cuándo no aprendemos

El presidente Francisco Sagasti ha dicho que poco a poco y de manera segura se está cerrando la brecha de falta de oxígeno en el país para atender los casos del covid-19. Al parecer, el Gobierno confunde lo que es un paliativo con lo que debería ser una solución definitiva. Las donaciones se terminan en algún momento o hay que pagarlas a un precio mucho más alto de lo que pudo haber significado una inversión para dotar a los hospitales del Minsa de plantas de oxígeno propias.
Es bueno saber que la empresa privada no le está sacando el cuerpo a su responsabilidad social, pero el jefe de Estado debe de aprovechar este momento tan doloroso que nos ha traído la pandemia de Covid-19 para poner en valor a los hospitales públicos. En Europa ya se habla de tercera ola, cosa que en ningún lugar del mundo se puede descartar. Por ello, se debería sacar provecho de una mala experiencia para modernizar nuestro precario sistema de salud. Desde la llegada de la primera ola se ha debido aprender la lección.
El Estado no puede ponerse de costado y dejar que la empresa privada se encargue de todo. Eso nos lo ha enseñado la pandemia. El Estado no debe renunciar a hacerse cargo de la salud, la educación y la infraestructura porque después ocurre lo que nos ha pasado con ese virus microscópico que ha sido capaz de hacer colapsar todos los hospitales. La lección es que debemos de estar preparados y eso significa dotar de plantas de oxígeno a los hospitales del ministerio de Salud. Esos equipos son tan necesarios como lo son los generadores eléctricos para las salas de operaciones.
Si el Gobierno cree que pasando la segunda ola ya estamos a salvo, está equivocado. El Covid-19 es producido por un virus nuevo y por lo tanto desconocido, por lo que no sabemos cómo va a reaccionar, cuántas mutaciones puede presentar y de qué manera podremos darle la estocada final. El propio presidente Sagasti ha reconocido que el Gobierno esperaba que se duplique la demanda de oxígeno, pero que en vez de ello se triplicó; entonces hay que estar prevenidos y la solución no es importar porque estamos hablando de un insumo médico que se requiere con urgencia, con la misma urgencia que deben actuar nuestras autoridades sanitarias.
Editorial
A tomar decisiones

Es innegable que la pandemia de Covid-19 ha dejado en estado crítico a nuestro precario sistema de salud. Ha desnudado las graves fallas de los sucesivos gobiernos que han desatendido este importante sector. Tanto en Iquitos como en Lima y Callao se constata la crisis generada por la escasez de oxígeno. Cientos de personas endeudadas hasta el cuello hacen cola durante más de una semana por un balón de ese insumo que es lo únicom que puede evitar que su familiar enfermo se asfiexie. El Gobierno ya no puede mirar de costado este drama que todos los días padecen cientos de familias.
Cientos de personas hacen cola a sabiendas que solo atenderán 40 recargas. Muchos de los que están en la fila llevan más de una semana en ese suplicio y hay quienes abandonan la fila cuando les vienen a avisar que su paciente falleció. Desde que se declaró el primer caso del Covid-19 en el Perú, desde que apareció el paciente cero ya ha transcurrido casi un año, solo faltan 11 días, pero en los hospitales públicos sigue escaseando el oxígeno medicinal. Así como se exige que los nosocomios cuenten con grupo electógeno también debería exigirse que estén equipados con plantas de oxígeno.
Sin embargo, otro gran problema es que las camas UCI ya están copadas y los infectados por el virus ya no son admitidos en los hospitales públicos, se les envía de regreso a sus casas y la familia tiene que endeudarse hasta el cuello para adquirir balones de oxígeno, manómetros y todo el equipo necesario, además de tener que hacer colas por varios días; en algunos casos, más de una semana por una recarga que durará menos de un día. ¿Puede el Ejecutivo permanecer sin hacer nada abte esta dramática situación? No, claro que no y la respuesta tiene que ser rápida.
Esta situación no solo se vive en Lima y Callao, pues también ocurre en Iquitos. En la última semana se ha reportado la muerte de 7.493 personas a causa del nuevo coronavirus y el 30% de esos pacientes han fallecido en su casa; es decir que alrededor de 380 personas por día fallecen por la pandemia en su casa, según ha explicado el analista de datos Rodrigo Parra. Señor ministro de Salud, es hora de tomar decisiones.
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