Diagnósticos y propuestas económicas internacionales ante el Covid-19

    622
    0
    Nuestro precario sistema de salud está realmente en emergencia desde hace décadas y no puede continuar así. Se requiere de la inversión del Estado.
    Nuestro precario sistema de salud está realmente en emergencia desde hace décadas y no puede continuar así. Se requiere de la inversión del Estado.

    La contraofensiva neoliberal lleva semanas de actividad; se agudizó en esta última cuando se ventilaron los problemas relativos a la asignación de recursos del programa Reactiva Perú. Las pri­meras críticas fueron sobre el cos­to económico de la suspensión de actividades no esenciales, luego por la demora y las restricciones que se imponen a la apertura de actividades productivas. Su objeti­vo es activar los negocios rápida­mente sin regulación estatal, sino con autoregulación, como si algu­na vez esta hubiera funcionado.

    Los poderes económicos y me­diáticos, primero indirectamente y luego a través de sus gremios empresariales, insisten no solo en el cambio de políticas sino de gran parte del gabinete ministe­rial. No les gustan las observacio­nes, como si el desempeño del sector empresarial hubiera sido ejemplar en esta pandemia, con casos como la especulación en medicinas, oxígeno y clínicas. Quieren la cabeza del Ministro de Salud, de otras autoridades que no estén alineados a sus intereses y del Presidente del Consejo de Mi­nistros. Desean como siempre un gabinete y gobierno a su servicio. Es difícil, pero ojalá el Presidente de la República no ceda a sus pre­tensiones.

    MUERTES EVITADAS

    Es indiscutible que el gobier­no ha cometido muchos errores por la velocidad de los aconteci­mientos. Hemos destacado, desde meses atrás, sobre la ausencia de planeamiento estratégico, aná­lisis prospectivo y sistémico que proporcionan una visión integra­dora. Se dejó convencer por una seudo capacidad del Estado basa­da en la disponibilidad de ahorros fiscales, pero olvidó las décadas de abandono, del Estado mínimo pro­movido por los neoliberales y nues­tras severas restricciones estructura­les e institucionales.

    Solo como ejemplo, desde el inicio, no se sabe si por descuido o por ese Estado capturado cometió errores con Reactiva Perú al no con­siderar prioridades sectoriales, no condicionar los créditos al manteni­miento del empleo, a la falta de eva­luaciones financieras con estándares preestablecidos, al reducido énfasis en las Mypes y a la ausencia de cri­terios a favor de la diversificación productiva.

    Los analistas estándar se olvidan que si el gobierno no hubiera decre­tado la suspensión de actividades no esenciales el número de fallecidos por el Covid-19 sería claramente su­perior al actual; también hay que destacar que se ganó tiempo para mejorar la capacidad de atención del sector salud, aunque no estruc­turalmente. Con modelos epidemio­lógicos R. Burhum (2020) estima que si no se hubiera actuado se tendrían desafortunadamente 83,038 falleci­dos en 5 meses y 463,643 en 7 meses.

    En un cálculo conservador se evi­tarían al menos 60,000 decesos al 15 de agosto. Los costos de esas muertes evitadas son tanto los gastos reali­zados para atender a los infectados como el PBI perdido. Con una caí­da del PBI del 12% se perdería US$ 27,000 millones. ¿No vale acaso la vida de cada peruano al menos US$ 450,000? Aún con una estimación crudamente economicista de la eva­luación social de proyectos es eviden­te que la suspensión y medidas apli­cadas valieron la pena.

    NUEVA DÉCADA PERDIDA

    Ni nuestras autoridades, ni la ciu­dadanía deben confiarse al momen­to de la reapertura de actividades económicas. La vida vale mucho para sus familias y para todos nosotros. Ya la Organización Mundial de la Salud y otras organizaciones han señalado el peligro del rebrote; más en el caso de una economía como la peruana. Asimis­mo, hay que tomar conciencia de que la economía internacional enfrentará en el futuro serios problemas. Hemos co­mentado los relativos a la desglobaliza­ción y su ralentización, sin considerar los impactos negativos al reducir el con­tenido de mano de obra por unidad de producto de la aceleración del cambio tecnológico.

    No podemos pretender seguir pro­duciendo y exportando lo mismo de siempre; la diversificación productiva y la transición ecológica son necesidades imperiosas. No hay que dejarse seducir por la subida temporal del oro.

    Roubini (2020), economista y finan­cista cercano a la economía estándar, acaba de plantear que toda esta nueva década será de estancamiento económi­co; recién en la década siguiente podre­mos ver la luz si tenemos nuevos lide­razgos, políticas adecuadas e impactos positivos de los cambios tecnológicos. Este autor plantea 10 elementos que se muestran en el cuadro 1, que explica­rían esa tormenta perfecta.

    La salida de la crisis implicaría dé­ficits fiscales superiores al 10% del PBI en épocas de altos niveles de endeuda­miento público y privado. Las tenden­cias demográficas, la pandemia actual y posiblemente otras por venir obligarían a incrementar los gastos en salud. Exis­te un riesgo creciente de deflación, por los altos niveles de capacidad instalada ociosa de las empresas y elevado des­empleo, que aumentaría el peso de la deuda real generando un mayor riesgo de insolvencia. Sin embargo, también habría el peligro de presiones inflacio­narias por los déficits fiscales y las po­líticas monetarias heterodoxas que po­drían generar estanflación.

    Dos factores importantes que plan­tea Roubini para explicar el estanca­miento prolongado sería la desglobali­zación resultado del desacoplamiento de la economía norteamericana y la china que estaría acompañado de más proteccionismo a nivel del resto de las economías desarrolladas y del mundo en general. Al mismo tiempo, la disrup­ción digital que generaría un balance negativo en términos de los niveles de empleo y de mayor desigualdad.

    Las actividades productivas tende­rían relativamente a relocalizarse en sus países de origen, pero a la par promoverían mayores niveles de automatización con impactos ne­gativos sobre el empleo y de reduc­ción de los salarios promedio. Esto a su vez detonaría más nacionalis­mo y xenofobia, aislando más a las economías, estableciendo mayores restricciones a los movimientos comerciales, de capitales, de servi­cios y personas. El enfrentamiento geoestratégico entre EE.UU. y China y una guerra fría ampliada entre otras economías coadyuvarían a un mayor aislamiento. Por último, la disrupción medio ambiental pro­movida por el hombre podría poner en jaque a la economía mundial. (Ver: Cuadro 1)

    FMI INCLUSIVO

    La semana pasada la directora gerente del FMI Kristalina Georgieva (2020) acaba de plantear que las auto­ridades económicas deben hacer todo lo que esté a su alcance para promo­ver una recuperación más inclusiva, que beneficie a todos los segmentos de la sociedad. Si bien un acceso más equitativo a las oportunidades está asociado a un crecimiento más fuer­te y sostenible, también debe generar un mayor aumento del ingreso de los pobres.

    Se plantean tres políticas: 1) Usar el estímulo fiscal de manera apropia­da que redunde en beneficios para las personas. Esto significa aumentar la inversión pública en los servicios de salud para proteger a los más vulne­rables y reducir a un mínimo los ries­gos derivados de epidemias futuras. También significa reforzar las redes de protección social; ampliar el acce­so a una educación de calidad, agua limpia y saneamiento, e invertir en infraestructuras climáticamente in­teligentes. 2) Empoderar a la nueva generación mediante la educación enfrentando la pobreza del aprendi­zaje y cerrando brechas entre edu­cación e ingresos; y 3) aprovechar el poder de la tecnología financiera para cerrar la brecha digital respecto de los más pobres.

    NUEVOS PELIGROS

    Stiglitz (2020) acaba de publicar un recuento de algunos problemas y errores de las políticas económicas que se están implantando a nivel in­ternacional. Se pretende optimizar sus impactos internos. Esto implica una mayor preocupación con lo que ocurra con el nivel de empleo, la masa salarial y selectividad que no aumente simplemente la liquidez internacional generando más bur­bujas en los precios de los activos y por tanto problemas hacia adelante. Hay que tener una mirada de largo plazo. Asimismo, propone la entrega de cupones para alimentos y bienes básicos (Ver: Cuadro 2).

    En términos prácticos hay que maximizar los efectos multiplicado­res de las políticas expansivas pro­moviendo mayor gasto en bienes y servicios locales, menos en importa­dos; vinculados a Mypes como señaló aquí el Acuerdo Nacional (2020); en actividades intensivas en el uso de mano de obra y que sean útiles para mitigar los efectos del cam­bio climático.

    ALGO MÁS

    La semana pasada la Comi­sión Independiente que plan­tea la Reforma de la Fiscalidad Internacional (ICRICT) difundió un estudio donde plantea una reforma fiscal internacional para financiar una recuperación económica sostenible frente a la pandemia. Incluye muchas celebridades como Fitzgerald, Ocampo, Piketty, Stiglitz y Zuc­man, entre otros.

    El grupo propone ahora cinco medidas: 1) Introducir im­puestos sobre los servicios digita­les, diseñados con carácter pro­gresivo y que se apliquen sobre las rentas económicas generadas por las empresas globalizadas de este sector; 2) aplicar un tipo im­positivo más elevado sobre los beneficios extraordinarios de las grandes empresas en los sec­tores oligopolizados; 3) acordar a nivel global un tipo mínimo efectivo del 25% en el impuesto sobre sociedades en cada país para detener la erosión de las bases imponibles y el desplaza­miento de beneficios; 4) exigir más transparencia a las empre­sas que reciban apoyo público y que estén obligadas a publicar su reporte país por país; 5) publi­car datos sobre la riqueza offs­hore para que cada jurisdicción pueda gravar de forma efectiva y progresiva el patrimonio neto de sus residentes, con un mayor control de las tasas que paguen las grandes fortunas y los contri­buyentes de altos ingresos.

     

    Artículo anteriorBurnout: El Síndrome de la Persona Quemada
    Artículo siguienteNo exageramos, son populistas