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Empresarios y políticos:¿Héroes o villanos de la economía peruana?

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Por: Luis Ernesto Flores Reátegui, abogado constitucionalista

La solicitud de facultades legislativas por parte del Ejecutivo, especialmente en cuanto al aumento de impuestos, genera un ambiente desalentador para la inversión. La propuesta de aplicar el IGV a servicios digitales como Netflix y Amazon Prime, así como a otras plataformas de streaming, no solo perjudica a los consumidores, sino que también desincentiva a las empresas tecnológicas y a los inversores extranjeros que consideran al mercado peruano una oportunidad de crecimiento. Esta perspectiva tributaria refleja una falta de visión hacia la promoción de un entorno de libre mercado.
El aumento de impuestos es una medida que el gobierno utiliza como recurso inmediato para aumentar sus ingresos, pero no aborda las raíces estructurales de los problemas económicos del país. En lugar de racionalizar los gastos y transformar el Estado, se opta por una solución que recae sobre los ciudadanos y las empresas. Esta política tributaria no solo es ineficaz, sino que también genera una mayor informalidad y evasión fiscal, lo que afecta negativamente la economía a largo plazo.
El Perú consume una tercera parte del PBI, lo cual es insostenible para una economía de ingresos medios. En lugar de buscar nuevas fuentes de ingresos a través de impuestos, el Gobierno debería enfocarse en reducir el gasto público y optimizar los recursos existentes. La burocracia y la sobrerregulación han creado un entorno hostil para la inversión privada. Es necesario que se implementen reformas liberales que simplifiquen los trámites y eliminen barreras innecesarias para los emprendedores y empresarios.
El pensamiento económico de las izquierdas, que ve al Estado como el principal agente de redistribución y crecimiento económico, bajo el nombre de “justicia social”, no es más que una forma de robo de forma coactiva por parte del Estado. La inversión privada es el motor de la economía, y el empresario es un benefactor social que arriesga y nos da a todos, mientras que el político es un expropiador serial que nos roba a todos.